¿CUÁNDO VAMOS A TRABAJAR?
Se cuenta de un adolescente: estaba acostado en el
suelo “Hola, hijo”, dijo la voz. “¿Dónde está tu madre?” “Está allá
afuera, trabajando en el jardín”. “¿Qué?” respondió el padre. “Su
madre no es más joven y fuerte cuanto solía ser. ¿Por qué tu no la está
ayudando?” “Yo no puedo”, fue la respuesta. “La abuela está usando la otra pala”
Cuando dejamos que la desocupación ocupe nuestros días, tanto estamos perjudicándonos
físicamente como dejando de ser útiles al ambiente donde vivimos. Nada hacemos
y, por eso, nada producimos. Los otros reciben su recompensa mientras nosotros,
solo podremos lamentar: “Nada tengo”, “yo nada consigo”, “yo no tengo
suerte en la vida”, “mi vida no sirve para nada”. La Palabra del Señor nos
enseña a trabajar mientras es hora. Trabajamos para nuestro sostén, trabajamos
para nuestra satisfacción, trabajamos porque es digno, trabajamos porque un día
recibiremos nuestro galardón. Bueno es trabajar para el Señor. Él nos prometió
bendiciones, nos prometió suplir las necesidades, nos prometió su compañía, nos
prometió victorias en todas nuestras iniciativas. Muchas veces nosotros nos
acomodamos creyendo que otros pueden trabajar en nuestro lugar. No vamos a la
iglesia porque otros allá estarán. No salimos a evangelizar porque muchos otros
irán. No vamos a la Escuela Bíblica, porque no somos necesarios. Nada hacemos,
nada aprendemos, nada ofrecemos… Somos vidas alienadas que usan la máscara de
cristianos. Debemos estar dispuestos y alentados para trabajar ya. Llegará el
momento en el que anhelaremos trabajar pero no será posible. ¡La hora de trabajar
para el Señor es ahora! El mejor ejemplo es nuestro Señor Jesucristo: (Jn. 9:4) “Me es necesario hacer las obras
del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie
puede trabajar”