LA INTEGRIDAD EN EL MINISTERIO CRISTIANO
Un joven llamó desde un teléfono público a una
empresa, preguntando si no necesitaban un empleado responsable, cumplidor,
honesto, capaz, trabajador. Y le contestaron: “No, ya tenemos uno”
Entonces se fue sonriendo y silbando mientras se acercaba a
su carro. Un hombre que escuchó la conversación, le dijo: disculpe, no pude evitar escuchar su conversación y
le negaron un empleo. Entonces, ¿por qué se va tan contento?”. El joven
le respondió: “Porque yo soy ese empleado honesto, capaz y trabajador que ellos
ya tienen; sólo estaba comprobando si hacía bien mi trabajo” Si usted le
hiciera esa pregunta a su gerente o supervisor, ¿cuál sería la respuesta? Vamos
a definir lo que es integridad y
cómo es una persona íntegra:
Integridad: Calidad de íntegro, entereza, probidad.
El estado de estar completo, no dividido. Una persona íntegra es cuando
coinciden sus palabras y sus obras.
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La integridad es lo que somos y
esto determina lo que hacemos.
·
La integridad, da origen a las reglas
básicas para resolver entre lo que queremos y lo que debemos hacer. Veamos que
nos dicen los siguientes pasajes sobre este tema: (Gén. 20:6) Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de
tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no
te permití que la tocases. (Jos. 24:14) Ahora, pues,
temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del
río, y en Egipto; y servid a Jehová. (Jue.
9:16, 19) 16Ahora, pues,
si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si
habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme
a la obra de sus manos. 19si con verdad y con integridad
habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él
goce de vosotros. (1º R. 9:4) Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo
David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas
que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos. Job. 2:3, 9) 3Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado
a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun
cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? 9Entonces
le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. (Sal. 7:8) Jehová juzgará a los pueblos; Júzgame, oh
Jehová, conforme a mi justicia, Y conforme a mi integridad. (Prov. 10:9) El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus
caminos será quebrantado. (Tito 2:7)
presentándote tú en todo como
ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad.
Existen muchos pasajes en relación.
·
INTEGRO: Completo, probo, honrado.
Vine: libre de mancha moral. Incorrupción. Se usa:
o Del cuerpo de resurrección (1ª Cor. 15:42, 50,
53, 54) 42Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en
corrupción, resucitará en incorrupción. 50 Pero esto
digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni
la corrupción hereda la incorrupción. 53Porque es necesario que esto corruptible
se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54Y
cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria.
o De una condición asociada con gloria, honor y vida,
incluyendo un significado moral (Rom. 2:7) vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad. (2ª Tim. 1:10) pero que ahora ha sido manifestada por la
aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz
la vida y la inmortalidad por el evangelio.
o Del amor de Cristo que es sincero y sin disminución
(Ef. 6:24) La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor
Jesucristo con amor inalterable. Amén. Inalterable y aparece en incorruptibilidad.
o Soy quien soy no importa donde estoy o con quien
estoy.
o No divide su lealtad, ni finge ser de otra manera
(hipocresía).
o Se identifica porque tiene una sola manera de
pensar, no tienen nada que esconder ni nada de temer; sus vidas son libros
abiertos.
ASI ES EL REINO
DE DIOS
(Mar. 4:26) Decía además: Así es el reino de Dios, como
cuando un hombre echa semilla en la tierra. Jesús
comparó el reino de Dios con la siembra y la cosecha. Es un
concepto fácil, uno que todos podemos entender. Entonces ¿por qué no estamos
todos recogiendo una cosecha abundante cada temporada? Porque estamos sin hacer
nada, esperando que Dios haga
todo el trabajo. Pero Él no hace las cosas de esa manera. Él colabora con
usted, pero no lo hace todo. Hay algunas cosas que usted debe hacer por fe si
quiere recoger una buena cosecha en el tiempo de la siega. Primero, usted debe
sembrar por fe la semilla de la Palabra con la esperanza de que crezca. Debe
encontrar las preciosas promesas de Dios
en su Palabra y
sembrarlas en su corazón y en su vida. Luego, debe regar la semilla. Riéguela
todos los días con la alabanza y con el agua espiritual de la Palabra. Esa
Palabra contiene vida y esas semillas de promesas no podrán crecer sin ella. Y
por último, tiene que deshacerse de la mala hierba. Cuando la mala hierba del
rencor, la duda, el temor, el desaliento y toda la otra basura que el diablo
trata de sembrar en su cosecha quieran entrar, deshágase de ellas para que no
ahoguen la Palabra.
Eso
va a requerir que usted sea diligente. Nadie más lo hará por usted. Es
necesario que deshierbe su propia cosecha. Tendrá que ser muy firme para esto.
Cuando la mala hierba empiece a salir, ¡mátela! No le dé lugar en su campo ni
por un momento, desarráiguela y riéguela con la Palabra. No se conforme con una
flor silvestre cuando usted puede tener lo
mejor de lo mejor de Dios. No se quede con los brazos cruzados esperando que
Dios planee la cosecha suya.
Empiece usted a sembrarla. Empiece a vigilar su tierra (su corazón y su mente)
para mantenerla húmeda con el agua de la Palabra y libre de mala hierva. Comprométase a hacer su parte y
confíe en que Dios hará la de Él; y usted tendrá una cosecha abundante
esta temporada.
¿ERES UN “FELIPE”?
(Hech. 6:5) Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de
fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a
Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; Y eligieron a Felipe. Felipe fue uno de
los siete hombres elegidos para dirigir la iglesia del N. T. ¿Por qué? Porque
tenía ciertas cualidades. Analicemos una de ellas:
·
Se dejaba guiar por el Espíritu Santo: Felipe
comenzó como diácono, trabajando en el departamento de administración de la
iglesia. Pero luego llegó a ser evangelista, y predicó el evangelio en Samaria. (Hech. 8:5-6) “Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de
Samaria, les predicaba a Cristo. La gente, unánime, escuchaba atentamente las
cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía” Seguro que le atrajo mucho la idea de
quedarse allí y levantar una gran iglesia. Pero Dios tenía otros planes: (Hech. 8:26-27) 26Un ángel del Señor habló a
Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de
Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27Entonces él se
levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de
los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén
para adorar.
¿Adónde dices, Señor,
al desierto? ¿Estás bromeando? Aprendamos de esto: Cuando
Dios te hable tal vez no te diga lo que quieres oír, ni te envíe adonde quieres
ir. ¿Lo has pensado
alguna vez? ¿Es eso por lo que no te dispones a buscar su guía? Las grandes puertas se sujetan con
pequeñas bisagras. En el desierto Felipe se encontró con un eunuco etíope, que
era el tesorero de la Reina de Etiopía. La misión del apóstol fue presentarle a
Cristo y bautizarlo. Después de eso, el eunuco regresó a su país y la historia
cuenta que grandes multitudes llegaron a ser cristianos allí. Pero sólo fue
posible porque Felipe estuvo dispuesto a dejar su comodidad, dar un paso de fe
y seguir a Dios. Resumiendo: para poder guiar a otros, debes saber cómo ser
guiado por Dios.
SE UN EXPERTO EN
LA PALABRA DE DIOS
(Sal.
34:10) Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. ¿Sabía que, de
acuerdo con la Palabra de Dios, no hay escasez en el Cuerpo de Cristo? Todo lo que podamos necesitar y todo problema que podamos
enfrentar ha sido cubierto por la sangre de Jesús. Sus abundantes y preciosas
promesas lo han suplido todo. ¿Por qué entonces muchos seguimos en la escasez? Porque, (Heb. 5:13-14) dice: 13Y todo
aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque
es niño; 14pero
el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el
uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Somos inexpertos en la Palabra de justicia. Se necesita ser experto
para aplicar la Palabra de Dios. Muchos no saben eso. A veces decimos cualquier
cosa de la Palabra y tratamos de usarla a como se nos antoje. Hacemos una
oración tonta y luego decimos: “Bueno, Dios sabe lo que
quiero decir”, y esperamos que sea contestada. Eso es chistoso.
Nosotros nunca permitiríamos esa clase de negligencia en la esfera natural. Si
nuestro médico entrara, nos tirara un frasco de píldoras y dijera: “Aquí tiene esto,
tómeselo”, sin ni
siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de su oficina y nunca volveríamos.
Sin embargo, nos sorprendemos cuando esa misma actitud negligente en el ámbito
espiritual hace que nuestras oraciones no sean eficaces. Vivimos en una
sociedad “instantánea” en la que todo es rápido y fácil. Y
muchos dejamos que esa mentalidad afecte nuestra vida con el Señor Jesucristo.
Cuando alguien necesita sanidad, irrumpimos por la puerta del hospital, le
echamos un poco de aceite en la frente y decimos: “¡Gloria a Dios!” y nos vamos. A veces no se necesita
decir más que: “¡En el nombre de Jesús,
sé sano!” Pero a
veces hay algo más que debe hacerse.
Ha
llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad “instantánea” y darnos cuenta de que hay situaciones
en las que debemos tomarnos el tiempo y orar en el Espíritu Santo; situaciones
en las que vamos a tener que sentarnos y escuchar las instrucciones de Dios. Si
usted es inexperto en cualquier aspecto de la vida, ya sea sanidad, finanzas o
alguna otra cosa, propóngase hacerse experto en la Palabra en cuanto a ese
aspecto. Tome la Biblia y lea los pasajes sobre sanidad, lea los versículos
sobre milagros, lea todas las promesas de Dios y lea las bendiciones sobre
Abraham. Medite en esas cosas y pídale a Dios que le hable por medio de ellas y
lo ilumine en la situación que está enfrentando. No diga cualquiera cosa acerca
de la Palabra; escudríñela. Tenga comunión con su Padre por medio de ella y
pídale que le muestre cómo ser experto a la hora de aplicarla. Con el tiempo,
usted no tendrá escasez de ninguna cosa.
EL DISCIPULADO
CRISTIANO
(Luc. 14:27)
Y el
que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Se cuenta de una señora que pensó que ya era tiempo de
hablarle a su hijo de cuatro años de edad, acerca de recibir a Cristo y le
preguntó: ¿Te gustaría recibir a Cristo en tu corazón? A lo que el niño
respondió: “No, no quiero esa responsabilidad”. Tal vez no nos guste esa
respuesta, pero hay que admirar sus sinceridad. El niño no estaba pensando en
las recompensas del discipulado, sino en las responsabilidades que conlleva. Un
monje francés lo expresó así: “Recordemos continuamente
que lo único importante de esta vida es agradar a Dios” Imagínate preguntarte
antes de cada acción, palabra o actitud: ¿Le agrada esto a Dios? Seguro
que tu vida sería muy diferente y tus decisiones tendrían repercusiones mucho
más positivas en la gente a tu alrededor. En el pasaje de arriba, Jesús dijo: “El que no lleva su cruz y viene en pos de
mí, no puede ser mi discípulo” Las cruces no eran para vivir sino para
morir. Cada mañana cuando te levantas y vas al baño, mírate en el espejo y di: “Hoy has sido llamado a morir a tu indulgencia, a
tus intereses y a tu sentido de superioridad” Un
entrenador de futbol dijo en una ocasión: “El trabajo de un entrenador de fútbol es
hacer que los deportistas hagan lo que no quieren, a fin de conseguir lo que
siempre anhelaron” Y
esa misma es la esencia del discipulado. Además, Jesús dijo que si no estamos
dispuestos a hacerlo, “no podemos” ser sus discípulos.