PALABRAS CON
GRACIA
(Sal. 19:14) Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi
corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío. Mark
Twain en broma dijo: “Tardas dos años en aprender a hablar, y el resto de tu vida en controlar
tu lengua.” El salmista no bromeaba,
él oraba de esta manera: ¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante
de ti, Seño! Uno
de los pecados más tolerados por la iglesia, y a veces hasta justificados, es
el pecado de la murmuración.
Jesús condena las palabras imprudentes, diciendo que provienen de un corazón
corrompido. Muchas veces hablamos sin considerar el efecto que nuestras
palabras tienen en los demás. Si crees que Dios le hace de la vista gorda a
todo, ¡piénsalo dos veces! Jesús dijo: “En el día del juicio, los hombres tendrán que
rendir cuentas de cualquier palabra inútil que hayan pronunciado” (Mat. 12:36) Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres,
de ella darán cuenta en el día del juicio.
Tus
palabras edifican o destruyen, inspiran o desaniman, sanan o hieren; elige
bien, pues, lo que dices. Las palabras ociosas son a menudo esos comentarios
sin sentido en los que nos enredamos cuando no tenemos nada mejor con lo que
contribuir a la conversación. Y cuanto más los digas, más fácil será que se
conviertan en murmuración y lastimen a alguien. Escribe Salomón: (Prov. 17:28) Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio;
El que cierra sus labios es entendido. ¿Se puede confiar en
alguien que hace comentarios frívolos de todo? ¿Verdad que no? ¡Entonces
párate y considera bien lo que sale de tu boca! Serías más respetado y provocarías
menos confusión si no hablaras tanto. O tal vez tengas que elegir mejor los
temas de los que hablas, o pensártelo dos veces antes de “hablar a tontas y a locas”. La Biblia dice en (Col. 4:6) Sea vuestra
palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis
responder a cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario