AVIVANDO EL FUEGO QUE HAY EN NOSOTROS
(Stgo. 4:8) Acercaos a Dios, y él
se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones. ¿Se acuerda de cuando empezaba a leer la Palabra de
Dios y la emoción que sentía por las cosas de Dios? ¿Se acuerda de cuando
esperaba ansiosamente poder leer un capítulo más de la Biblia o escuchar la
enseñanza más reciente? Sólo había una palabra que podía describirle:
¡apasionado! Su espíritu renacido tenía una gran pasión por las cosas por Dios.
Cuando mi esposa y yo oímos el mensaje de fe por primera vez, éramos así.
Teníamos tanta pasión por las cosas de Dios que nada del mundo nos interesaba.
Habíamos oído que podíamos confiar en la Palabra de Dios como confiar en la
palabra de un buen amigo. Teníamos hambre espiritual y queríamos saber todo lo
que Dios había prometido en su Palabra. Fui a la ciudad de México y pedí libros
para estudiar para pastor y los devoraba. Pero lentamente eso fue cambiando. Al
comienzo ni siquiera me di cuenta de lo que estaba pasando. Entonces el
Espíritu Santo empezó a mostrarme que me había entibiado. Yo había dejado que
el fuego se extinguiera. Aún leía la Palabra, pero había perdido la pasión por
ella. Quizá usted esté pasando por esa misma experiencia. Si es así, quiero
decirle cómo avivar el fuego.
La Palabra de Dios dice que se acerque a Él, y Él
se acercará a usted. Para hacerlo, deberá eliminar las cosas que le mantienen
alejado de la lectura de la Palabra. Deléitese en la Palabra de Dios. Sea
diligente en ella. Si pone su interés en las cosas de Dios, la pasión por Él
aumentará rápidamente. Cuanta más atención le dé a algo, más aumentará su deseo
por eso. Esto es un principio universal. Si usted practica algún deporte, habrá
veces en que pasará algún tiempo sin practicarlo. Pero un día usted se toma el
tiempo para ir a practicar ese deporte, y al otro día querrá volver a hacerlo,
y cuanto más lo practique, más fuerte se hará el deseo por seguir
practicándolo. Eso mismo sucede en el campo espiritual. La pasión de su alma
estará en las cosas a las que usted dedique más tiempo. Empiece a edificarse a
sí mismo orando en el Espíritu. Crea todo lo que Dios le dice en su Palabra y
póngalo en práctica. En poco tiempo esa llamita que ha estado titilando en su
espíritu volverá a hacerse un fuego grande.
Vea lo que nos dice (Ap. 3:14-22) 14Y escribe al ángel de la
iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio
de la creación de Dios, dice esto: 15Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente!
16Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca. 17Porque tú dices: Yo soy rico, y
me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18Por
tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas
rico, y vestiduras blancas para vestirte, y
que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con
colirio, para que veas. 19Yo reprendo y castigo a
todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete. 20He aquí, yo estoy a la puerta y llamo;
si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él
conmigo. 21Al que venciere, le daré que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono. 22El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias. ¡Órale!
Hermoso mensaje, ¿no cree?
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