COMO SE IDENTIFICA JESUS
(Marc. 1:9) Aconteció en aquellos
días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el
Jordán. Juan el bautista había comenzado una revolución
religiosa en Palestina. Después de 400 años de silencio divino y de vivir sin
profetas, se veía en Israel un
profeta poderoso y con palabra de Dios. Juan era bastante atípico, pero era
convincente. Y las multitudes lo seguían. Todos querían escuchar su prédica y
se arrepentían de sus pecados. Por eso se bautizaban, porque reconocían que sus
errores los alejaban de Dios y Juan los incitaba a acercarse a la santidad
divina. No discriminaba a nadie. No importaba su alcurnia, historia familiar,
inclinación religiosa, acumulación de pecados, historial delictivo
o indiferencia personal. El bautismo de
Juan unificaba a los presentes y los ponía en un mismo plano frente a la mirada
divina. Estaban todos en un mismo plano de falencia frente a la perfección de
Dios. Todas las personas se unificaban frente a esta realidad, ninguna vida era
suficientemente buena como para poder acceder a la
presencia de Dios. Y esta realidad fue aún más asombrosa, cuando Marcos relata
este hecho inédito. El Hijo de Dios, Jesucristo, Dios hecho hombre fue a
visitar a Juan al Jordán par ser bautizado. ¿Era necesario? Definitivamente no.
Cristo era el único ser humano que jamás había pecado. Era el único hombre en
la historia de la humanidad completamente puro y perfecto. La completa santidad
se acercó al Jordán para bautizarse.
¿Cuál fue la razón por la que Cristo hizo
esto? Demostrando su
grandeza y generosidad, Dios se identificó con nosotros en el bautismo.
Se hizo como nosotros para poder acercarse a nosotros. No le hacía falta, pero
lo hizo igual para caracterizarse como un ser humano. Por su muerte en la Cruz
nos dio nueva vida, y renovó nuestro espíritu para ponerlo en sintonía con
Dios. Por su perdón nos habilitó la posibilidad de disfrutar de una nueva
naturaleza santa. Y nos invita a identificarnos con Él. Ya nos enseñó cómo
hacerlo. Como siempre, Cristo dio el primer paso y nos mostró el camino. Ahora
depende de nosotros, que elijamos cada día imitarlo. Y tratemos de vivir como
Él vivió mientras estuvo en la tierra. ¿Difícil? Por
supuesto que sí. Pero Dios te considera digno del desafío. No es para
cualquiera, solo para escogidos. Y tú estás dentro del grupo selecto.
Reflexiona: Identifícate con el Señor Jesús.
EL SEÑOR ESTABA
CON EL
(Gén.39:20-21) 20Y tomó su amo a José, y lo puso en la
cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21Pero
Jehová estaba con José y le
extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Si
leemos rápido este pasaje, parece una contradicción. La secuencia de la
vida de José es muy triste. De ser el hijo mimado de su padre, pasó a ser
vendido por sus hermanos como esclavo a unos comerciantes ismaelitas. Estos lo
vendieron como esclavo a un funcionario en Egipto. Este lo puso a trabajar en
su casa y cuando las cosas comenzaban a mejorar y José había logrado algo de
bienestar a ser nombrado mayordomo principal, la esposa de su amo lo acusa
(mintiendo) de querer violarla y es enviado a la cárcel del rey. Es cierto que
todos conocemos el final de
la historia y filosofamos en la bondad de Dios de perfeccionar el carácter y el
conocimiento del joven José para transformase en el segundo hombre más
importante del imperio más grande de la época. Todo suena muy bonito, leyendo
la historia desde la computadora o sentado en el sillón de casa.
Pero
la cárcel egipcia apestaba a estiércol, ratas, sangre y golpes. No era un Spa
en Cancún. Cuando bajaron a José después de una terrible paliza a la sucia
cárcel seguramente se habrá preguntado ¿está realmente Dios conmigo? ¿Dónde
está su amor? No se podía ver ni disfrutar la protección y la bendición de Dios
en un lugar tan desagradable. Si hoy te sientes como José en la cárcel, es
posible que pienses de estos contrasentidos entre las promesas de protección y
cuidado de parte de Dios para ti y la realidad triste y complicada que te toca
vivir. Tal vez tu situación actual se parezca más a una cárcel sucia que a un palacio real. Y te estás preguntando si Dios está
cerca. Tal vez los golpes, el dolor o la angustia de tu presente, te hacen
creer que Dios no está contigo, sino que te abandonó. Que está muy ocupado con
otros temas, que no tiene tiempo para escucharte. Pero no es así. Dios es
siempre fiel, y no importa cuán difícil sea tu presente, Él siempre está contigo,
jamás te va a dejar solo, jamás te va a abandonar. Su promesa de acompañarte y
cuidarte es más firme que el peor de tus miedos. Reflexiona: Dios
está, no lo dudes nunca. “Y mandó que echaran a José en la cárcel
donde estaban los presos del
rey. Pero aun en la cárcel el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su
amor.”(NVI)
A PESAR DE
NUESTRAS DEBILIDADES
(Jn. 10:11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas. Hay dos aspectos en los que nos
parecemos a las ovejas: 1º Sin un pastor que nos
guíe, nos descarriamos y enredamos en cosas que nos dañan. Dios no tiene ninguna “Súper
oveja”. La Biblia dice:
(Is. 53:6) Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Como ovejas, a veces somos obstinadas, y a
menos que Dios intervenga, vagamos sin rumbo, eligiendo cosas que luego nos
perjudican. 2º Las ovejas no son lo
bastante inteligentes para esconder sus debilidades: De
hecho, su disposición a ser lo que son es uno de sus puntos fuertes. F.B. Meyer
comenta: “Solía pensar que los
dones de Dios estaban en estanterías muy altas, y cuanto más crecíamos, más
fácil nos resultaba alcanzarlos. Pero me he dado cuenta de que están en
estanterías muy bajas, y para alcanzarlos, no hace falta ser cada vez más
altos, sino agacharnos cada vez más bajo.” En palabras de Salomón: “…Con los
humildes está la sabiduría” (Prov. 11:2) Cuando viene la soberbia, viene también
la deshonra; Mas con los
humildes está la sabiduría.
Puesto
que Dios ya sabe todo acerca de ti, ¿por qué tratar de
aparentar? Además,
aquello que no quieras reconocer y enfrentar será lo que impida tu crecimiento
y limite el que Dios te use. ¡Es un precio a pagar demasiado alto! Dios ama la verdad y espera que seas
sincero con Él, con los demás y contigo mismo. Escribe el apóstol Pablo:
(Ef. 4:15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, Lo parafraseemos
“Sigamos
en todo momento la verdad, en todas las cosas, hablando verdad, viviendo en la verdad” Y
Santiago añade: (Stgo. 5:16) Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz del justo puede mucho. Todos tenemos nuestros puntos fuertes y puntos
flacos. Pero cuando le entregas a Dios lo que eres (¡y lo que no eres!), Él te
bendecirá y usará, a pesar de tus debilidades. No olvides que el pasaje de
entrada dice: “El buen Pastor su vida da por las ovejas”