martes, 29 de noviembre de 2011

EL CULTIVADOR.

EL HOMBRE COMO CULTIVADOR

El hecho de conocer la Palabra de Dios es esencial para los hombres si es que van a cumplir con su responsabilidad como cultivadores de las vidas espirituales y personales de los miembros de su familia. Porque ellos son: Creados y Diseñados Para Cultivar: Antes de que Eva fuera creada, Dios colocó a Adán en el Jardín del Edén y le dijo que lo cultivara (Gén. 2:15) Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Cultivar significa mejorar algo del estado en que tú lo recibiste. Un hombre recibe algo para que lo trabaje, él nunca debería terminar con lo mismo que tenía cuando lo recibió. Cuando él termina de trabajar en ello, debería estar multiplicado, más efectivo y mucho más fructífero. Dios le dijo al hombre que debería de ser un edificador, y cualquier hombre que quiere ser un verdadero hombre va a apreciar su responsabilidad de mejorar todo lo que le rodea. Algunos hombres se concentran sólo en su propio fruto y en sus logros personales: Ellos sólo se están mejorando a sí mismos. Esto se llama egoísmo. Ellos no tienen esposas, ni hijos fructíferos, porque ellos los han descuidado por completo. Un verdadero hombre ve por las necesidades de los demás y los ayuda a crecer.

Cultivador de su trabajo, de sus talentos y de sus habilidades: Primeramente, el hombre ha sido diseñado para hacer su trabajo de tal manera que él es capaz de convertirlo en una cosa mucho mejor de cómo era originalmente. En la parábola de los talentos, el hombre que se encontraba viajando fuera del país le confió al primer siervo cinco, al segundo le confió dos talentos y al tercero le confió uno solo. Está implicado que el hombre les dijo a ellos: “Ahora, cuando yo regrese, yo no sólo quiero ver el mismo dinero que les di. Yo quiero ver la ganancia sobre mi dinero invertido en ustedes. Cuando el hombre regresó, y el siervo que sólo tenía un talento no había hecho nada para obtener ganancia del dinero de su amo, fue llamado “malvado” y “flojo” (Mat. 25:26) Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Si un hombre todavía sigue trabajando en lo mismo en lo que estaba haciendo hace diez años y no ha mejorado nada en su vida, hay algo malo ahí. Cada parte de la sociedad debería estarse desarrollando si es que tenemos verdaderos hombres en medio de nosotros. Pero muy frecuentemente tenemos destructores en lugar de tener edificadores. Ellos están destruyendo nuestras casas, escribiendo grafiti en nuestros edificios, robando y matando. Los hombres necesitan regresar a su propósito, y necesitan dejar de usar su fuerza en los motivos equivocados.

Cultivador de sus hijos: El hombre también fue hecho para cultivar a sus hijos, para proveer un medio ambiente para su crecimiento personal y espiritual. Nuevamente, él sólo puede hacer esto si está saturado con la Palabra de Dios. Los padres deberían edificar en vez de destruir. Por ejemplo, tú nunca deberías decirles a tus hijos que son estúpidos. ¿Por qué? Porque esos niños son tu semilla o tu simiente. Tú necesitas nutrirlos para que ellos crezcan y fructifiquen. Recuerda que la astilla de madera salió del viejo tronco de madera, y por lo tanto, el viejo tronco no debería criticarla. Cuando tus hijos hacen algo equivocado, tú debes corregirlos amable, pero firmemente. Un padre debe ayudar a sus hijos a descubrir sus dones y sus talentos. El debería afirmar sus logros y decirles lo que ellos pueden llegar a ser en la vida, para que tengan una mirada positiva, basada en la fe en Dios. Los niños necesitan ser motivados.

Cultivador de su esposa: Los hombres tienen una responsabi-lidad especial de cultivar a sus esposas. Pero, debido a que frecuente-mente tienen ideas que no son reales acerca de las mujeres, ellos acaban descuidándolas o lastimándolas. Muchos de nosotros como hombres andamos por aquí y por allá con imágenes específicas en nuestra mente acerca de lo que queremos que sean nuestras esposas, y cuando ellas no están a la altura de nuestras expectativas, les echamos la culpa. En un punto, Dios me mostró que yo tenía esta actitud hacia mi esposa, y Él tuvo que corregirme.

Esta es la forma como un hombre piensa frecuentemente: él es cierto tipo de hombre, así que él quiere cierto tipo de mujer. El piensa cosas como: “Yo soy un músico, y por lo tanto, yo quiero que ella cante”. “Yo soy un banquero, y por lo tanto, yo quiero que ella sepa algo acerca de finanzas”. “Yo soy delgado, y por lo tanto, yo quiero que ella sea delgada”. “Yo quiero que ella sea inteligente”. “Yo quiero una mujer que vista bien”. “Me gusta el cabello largo en una mujer” Ahora bien, no hay nada malo con el hecho de desear todas estas cosas. Sin embargo, yo quiero decirles algo: La mujer “perfecta” que tú estás buscando no existe. Es tu tarea el hecho de cultivar a tu esposa para que ella pueda llegar a ser todo para lo cual fue creada por Dios. Tú tienes que ayudarla a fructificar y a crecer como una mujer de Dios y no destruirla porque ella no cumple con tus especificaciones. En adición a esto, tú puedes ayudar a que tu esposa se convierta en todo aquello que tú viste la primera vez que la conociste, y lo cual tú piensas que ahora ya se ha perdido. Tú necesitas nutrir todo el potencial que ella tiene. Esto no se hace en una forma controladora, sino en una forma de dádiva y de amor, lo cual es la naturaleza de Cristo. Tal vez es tú crítica lo que le esté impidiendo llegar a ser el tipo de mujer que tú quieres que sea. Piensa acerca de esto: ¿Qué tipo de presiones están presentes en su vida que le están impidiendo ser todo lo que ella desea y necesita ser? Déjenme decirle una palabra aquí a los hombres jóvenes y solteros: ¿Qué es lo que tú estás cultivan-do? Cuando una dama joven se acerca a tu presencia, ella debería salir de tu presencia siendo una mejor persona de cómo vino. Ella tal vez trate de llegar muy fuerte, muy vulgar, como si fuera una prostituta. Pero cuando ella se vaya de tu presencia, ella debería irse convertida en toda una dama. Si alguien le pregunta a ella, “¿Qué sucedió contigo?”, ella debería ser capaz de decir: “Encontré a un hombre que me dijo que no iba a ir a la cama conmigo, que él no me iba a degra-dar. ¿Por qué? Porque me respeta”. Deben cultivar a estas señoritas jóvenes. No las arrastren hacia el suelo, y no dejen que ellas los arrastren a ustedes hacia el suelo. Una señorita joven nunca debería salir de tu presencia embarazada. Ella debería salir de tu presencia con su dignidad y con su virginidad. Denles a estas señoritas jóvenes una buena tierra. Denles algo que las haga mejores. Esto es lo que es ser un verdadero hombre. Recuerdo a un joven de Santander Jiménez, Tamaulipas, el día que se casó dijo: con lágrimas en los ojos “este es el primer beso que le doy a mi novia” ahora mi esposa.

Cómo Cultivar a Tu Esposa: Si tú eres un hombre, Dios te ha creado y te ha diseñado para que cultives cualquier cosa que tú deseas, incluyendo a tu familia. Por lo tanto, cada vez que un hombre recibe a una mujer como esposa, a él se le está dando la oportunidad de ejer-citar su habilidad cultivadora. El hombre debería orar y pedirle a Dios que le muestre cómo cultivar a su esposa. El necesita regarla, podarla y darle luz de sol. El necesita añadir nutrientes a la vida de ella hasta que ella florezca como la mujer que fue diseñada a ser. Ahora bien, Dios diseñó al hombre para que fuera capaz de cultivar y producir un árbol hermoso. Por lo tanto, si el árbol se ve como un arbusto viejo después de doce años, no es la culpa de la mujer. El cultivador no estaba poniendo los nutrientes correctos ni el agua que debía poner. Una mujer debería estar floreciendo bajo el cuidado amoroso de su marido. Hombres, no vayan a buscar a alguien más que ustedes creen que es como su esposa debería de ser. Tú eres el cultivador, cultiva a tu esposa.

Por ejemplo: si tú quieres que ella se vea muy bien, cómprale buena ropa. Deja que se arregle. Deja de decirle que se tiene que ver bien si tú no estás dispuesto a dar el extra. Deja de decirle que tú quieres que ella se vea delgada, siendo que al mismo tiempo tú le pides que te cocine comidas que tienen mucha grasa. Dile que tú quieres hacer ejercicio junto con ella. No sólo te pongas a desear algo, y entonces, no lo cultives. Los líderes no sólo apuntan al camino; ellos van al frente del camino. Algunas mujeres han estado viviendo con hombres que han estado vertiendo ácido en sus raíces y secando todo su fruto. Hombres, es difícil que tú cultives algo si tienes veneno en tus manos. No deberías tratar de trasplantar una planta tierna a tu jardín si tú tienes ácido en toda tu tierra. Debes asegurarte que tienes buena tierra antes de que trates de cultivar cualquier cosa. Cultiva a tu esposa por medio de mandarle rosas. Dale nutriente por medio de animarla y decirle: “Cariño, te amo”. Dale luz de sol por medio de decirle que es hermosa. (Ef. 5:25-26) dice que Jesús amó a Su esposa y que dio Su vida por ella. Él la lavó con el agua de la Palabra de Dios. (27) dice que Él hizo esto para que “pueda presentársela a Sí mismo”. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Esto significa que cuando un hombre ha terminado de cultivar, Él debería de tener algo que podría presentárselo a sí mismo. “Señor, ¿ves cómo estoy cultivando a mi esposa? Hemos estado casados por solo cinco años. Espera hasta que Tú veas el resultado de los próximos quince años”. Al final de tu vida, tu esposa debería estar tan cerca a lo que tú viste en ella por primera vez cuando tú la deseaste, de tal manera que tú puedas morir con paz. Tú deberías poder estar orgulloso de la mujer que tú cultivaste. Jesús presenta a Su esposa, diciendo: “¡Miren lo que Yo tengo!” La mujer que se describe en Proverbios 31 es asombrosa. “En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias” (11) El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. (23) “Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra” Si alguien pasa junto a este marido, él va a decir orgullosamente: “¿Puedes ver a esta mujer? Esta es mi mujer”.

Muchos maridos no han hecho nada por sus esposas. En lugar de cultivarlas, ellos sólo se han dedicado a tomar tierra de ellas. Y ahora que su esposa se ha acabado, emocional como físicamente, ellos se sienten avergonzados de que los vean con ellas. ¿Te sientes aver-gonzado de invitar gente a tu casa? Al contrario, tú deberías de estar avergonzado de ti mismo. ¿Y adivina qué? Tú estás avergonzado de ti mismo. De acuerdo a la Palabra de Dios, tu esposa es tu propia carne (Ef. 5:28) Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. La forma como ella se ve realmente es una señal de cómo tú te ves. Ahora bien, no siempre un hombre sabe lo que tiene que hacer para cultivar a su esposa. Una mujer le puede ayudar a su marido con esto. Ella le puede hacer saber lo que necesita para que él pueda proveer los nutrientes correctos. Por ejemplo, si él dice: “Cariño, tú te ves molesta el día de hoy. ¿Qué sucedió?” Ella puede decir: “Bueno, yo he estado tratando de trabajar con todas estas ollas y sartenes. Cada vez que trato de tomar uno, las asas se le caen, y esto es muy frustrante. Si pudiéramos comprar algunas ollas nuevas, esto haría que la preparación de los alimentos fuera mucho menos frustrante para mí”. O si él dice: “Me gustaría poder hablarte acerca de mi trabajo, pero parece que tú no puedes discutir acerca de eso”, ella puede decir: “Bueno, cariño, siéntate, y cuéntame acerca de eso. Yo quiero saber acerca de tu trabajo. Enséñame”. ¿Cómo es que ella va a platicar contigo acerca de tu trabajo, si tú no se lo platicas, y si tú no vienes a casa y le dices lo que estás haciendo, lo que estás planeando y la forma como funciona tu trabajo? Tú hablas con la señorita joven en la oficina. Ella sabe acerca de tu trabajo, y por lo tanto, tú piensas que ella es mejor que tu esposa. Ella no es mejor que tu esposa. Tu esposa es mejor que tú. Tú eres el que no tienes entendimiento porque no te has tomado el tiempo para enseñarla.

Lavamiento con la Palabra: (Ef. 5:25-28) 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

En este pasaje, Pablo estaba diciendo: “Jesús es un buen esposo”. El hombre debe amar a su esposa de la misma manera como Jesús amó a la iglesia. Él se dio a sí mismo por ella y la limpió por medio del lavamiento de agua que es la Palabra de Dios. ¿Por qué? Para poder “presentársela a Sí Mismo” (27). Si un hombre va a hacer esto por su esposa, él necesita estar lleno de la Palabra de Dios, de la misma manera como Cristo Jesús. El necesita lavar a su esposa con la Palabra de Dios de la misma manera como Cristo Jesús lava a Su novia con la Palabra de Dios. Ahora bien, tú no puedes lavar algo si no tienes agua. Jesús enfatizó la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida. Él les dijo a Sus discípulos en (Jn. 15:3) “Ustedes ya están limpios por la Palabra que Yo os he hablado”. Él le dijo a la mujer en el pozo, “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva” (Jn. 4:10). Un varón que quiere ser un verdadero hombre, el tipo de hombre tal y como Dios lo creó, tiene que estar lleno de la Palabra de Dios. Sólo hay una manera de obtener agua limpia: tienes que ir al Pozo. Tú no puedes lavar nada con el agua lodosa del mundo. Cuando tú llenas tu mente y tu corazón sólo con cosas como la televisión y los eventos deportivos, eso sólo es lodo. Si tú quieres el agua que el Fabricante creó para ti, tú necesitas estar conectado al pozo de Dios, el cual está lleno con la Palabra de Dios. Jesús es la Palabra de Dios.

Algunos hombres están lavando a sus esposas en el lodo: ¿Qué es lo que significa lavar a alguien con la Palabra de Dios? Jesús es nuestro ejemplo: cada vez que tú tienes una experiencia negativa, El viene a ti de inmediato con algo positivo y te lava todo lo negativo. Cada vez que los discípulos tenían miedo, Él dijo: “No temáis” (Mat. 14:27) Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !Tened ánimo; yo soy, no temáis! Cada vez que ellos se ponían nerviosos, Él les decía que se mantuvieran calmados. Cada vez que ellos tenían miedo de alguna tormenta, Él les decía que se calmaran y se relajaran. Él siempre estaba ahí para lavar cualquier temor, cualquier duda. Cuando ellos estaban preguntándose cómo iban a darles de comer a los cinco mil, Él les dijo que tuvieran fe. Cuando ellos le dijeron que Lázaro había muerto, Él les dijo: “No se preocupen; él está durmiendo”. Él siempre estaba lavando Su iglesia.

¿Qué clase de hombres son los que necesitamos hoy en día? Cuando tu esposa te dice: “No podemos pagar el recibo del teléfono”, tú dices: “Nuestro Dios es más grande que la compañía de teléfonos”. Esto es lavar a tu esposa. Cuando tu esposa dice: “No vamos a poder pagar la deuda del banco. Ellos nos van a quitar el automóvil, y vamos a tener que sacar a los niños de la escuela privada donde están”, tú puedes decir: “Cariño, nosotros servimos al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de mis abuelos y de mis padres. Vamos a estar firmes en la Palabra. Todo va a salir bien. Cuando tu esposa siente un pequeño dolor en su cuerpo y comienza a imaginar todo tipo de cosas, tales como el cáncer, tú tienes que estar ahí y decirle: Cariño, Dios es el Dios que te sana. Ven vamos a orar por ti. Algunos hombres sólo tienen malas noticias. “Cariño, tienes que empacar todas las cosas. Nos tenemos que mudar a una casa más barata”. Ellos no tienen nada positivo que puedan compartir, no tienen nada de las Escrituras, y no tienen fe. Dios quiere hombres que se paren firmes en su fe, diciendo: “Pueden caer mil a mi lado izquierdo, y diez mil a mi lado derecho, pero, en esta casa, siempre vamos a estar victoriosos. Mi casa está cubierta con la Palabra de Dios. Yo y mi casa vamos a estar bien”. ¡Esto es un verdadero hombre! Este es un verdadero lavador de la Palabra de Dios. Sin embargo, él sólo puede hacer esto si está lleno con ella.

Un Socio en la Creación de Dios. Al hombre se le ha dado la responsabilidad seria, pero excitante, de formar las vidas de los miembros de su familia para mejorarlos, enseñándolos y cultivándolos para que lleguen a ser todo aquello para lo cual Dios los creó. De esta manera, él es socio de Dios para llegar a cumplir el plan de creación de Dios. Hay dos tareas más en las que el hombre refleja a su Creador que son: la de proveedor y de protector.

Veamos los principios:

· El hombre fue creado para ser el líder espiritual y el maestro de la familia.

· El hombre fue diseñado con la capacidad de cumplir su propósito de enseñar.

· Cuando tú le enseñas a tu familia la Palabra de Dios y los caminos de Dios, tú atraes la confianza de Dios y su amistad.

· Si un hombre no tiene la capacidad o el conocimiento para enseñar a una mujer la Palabra de Dios, él no está listo para casarse.

· Dios instruye a los hombres para que enseñen a su familia los mandamientos de Dios de estas maneras:

o Cuando tú estás sentado en tu casa.

o Cuando tú vas por el camino.

o Cuando tú te acuestas.

o Cuando te levantas por la mañana.

o Atándolos como símbolos en tus manos, en tu frente y escribiéndolos en los postes de las puertas de tu casa. (Deut. 6:7-9.) 7y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

· El hombre fue creado para ser el cultivador de las vidas espirituales y personales de los miembros de su familia.

· Cultivar significa multiplicar, fructificar y mejorar.

· El hombre es el cultivador de su trabajo, de sus dones y de sus talentos.

· El hombre es el cultivador de sus hijos.

· El hombre es el cultivador de su esposa.

· El hombre necesita ser lleno de la Palabra de Dios tal y como Cristo Jesús está lleno de ella. Entonces, él puede lavar a su esposa con la Palabra de Dios, tal y como Cristo Jesús lava a Su novia con Su Palabra.

· Al hombre le ha sido dada la responsabilidad de formar las vidas de los miembros de su familia para mejorarlos, enseñándolos y cultivándolos para que lleguen a ser todo aquello para lo cual fueron creados por Dios. De esta manera, el hombre se convierte en socio de Dios para hacer cumplir el plan de Dios de creación.

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