martes, 31 de enero de 2012

CAPSULAS DEVOCIONALES


COMO SE IDENTIFICA JESUS
(Marc. 1:9) Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Juan el bautista había comenzado una revolución religiosa en Palestina. Después de 400 años de silencio divino y de vivir sin profetas, se veía en Israel un profeta poderoso y con palabra de Dios. Juan era bastante atípico, pero era convincente. Y las multitudes lo seguían. Todos querían escuchar su prédica y se arrepentían de sus pecados. Por eso se bautizaban, porque reconocían que sus errores los alejaban de Dios y Juan los incitaba a acercarse a la santidad divina. No discriminaba a nadie. No importaba su alcurnia, historia familiar, inclinación religiosa, acumulación de pecados, historial delictivo o indiferencia personal. El bautismo de Juan unificaba a los presentes y los ponía en un mismo plano frente a la mirada divina. Estaban todos en un mismo plano de falencia frente a la perfección de Dios. Todas las personas se unificaban frente a esta realidad, ninguna vida era suficientemente buena como para poder acceder a la presencia de Dios. Y esta realidad fue aún más asombrosa, cuando Marcos relata este hecho inédito. El Hijo de Dios, Jesucristo, Dios hecho hombre fue a visitar a Juan al Jordán par ser bautizado. ¿Era necesario? Definitivamente no. Cristo era el único ser humano que jamás había pecado. Era el único hombre en la historia de la humanidad completamente puro y perfecto. La completa santidad se acercó al Jordán para bautizarse.
¿Cuál fue la razón por la que Cristo hizo esto? Demostrando su grandeza y generosidad, Dios se identificó con nosotros en el bautismo. Se hizo como nosotros para poder acercarse a nosotros. No le hacía falta, pero lo hizo igual para caracterizarse como un ser humano. Por su muerte en la Cruz nos dio nueva vida, y renovó nuestro espíritu para ponerlo en sintonía con Dios. Por su perdón nos habilitó la posibilidad de disfrutar de una nueva naturaleza santa. Y nos invita a identificarnos con Él. Ya nos enseñó cómo hacerlo. Como siempre, Cristo dio el primer paso y nos mostró el camino. Ahora depende de nosotros, que elijamos cada día imitarlo. Y tratemos de vivir como Él vivió mientras estuvo en la tierra. ¿Difícil? Por supuesto que sí. Pero Dios te considera digno del desafío. No es para cualquiera, solo para escogidos. Y tú estás dentro del grupo selecto. Reflexiona: Identifícate con el Señor Jesús.

EL SEÑOR ESTABA CON EL
(Gén.39:20-21) 20Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. Si leemos rápido este pasaje, parece una contradicción. La secuencia de la vida de José es muy triste. De ser el hijo mimado de su padre, pasó a ser vendido por sus hermanos como esclavo a unos comerciantes ismaelitas. Estos lo vendieron como esclavo a un funcionario en Egipto. Este lo puso a trabajar en su casa y cuando las cosas comenzaban a mejorar y José había logrado algo de bienestar a ser nombrado mayordomo principal, la esposa de su amo lo acusa (mintiendo) de querer violarla y es enviado a la cárcel del rey. Es cierto que todos conocemos el final de la historia y filosofamos en la bondad de Dios de perfeccionar el carácter y el conocimiento del joven José para transformase en el segundo hombre más importante del imperio más grande de la época. Todo suena muy bonito, leyendo la historia desde la computadora o sentado en el sillón de casa.
Pero la cárcel egipcia apestaba a estiércol, ratas, sangre y golpes. No era un Spa en Cancún. Cuando bajaron a José después de una terrible paliza a la sucia cárcel seguramente se habrá preguntado ¿está realmente Dios conmigo? ¿Dónde está su amor? No se podía ver ni disfrutar la protección y la bendición de Dios en un lugar tan desagradable. Si hoy te sientes como José en la cárcel, es posible que pienses de estos contrasentidos entre las promesas de protección y cuidado de parte de Dios para ti y la realidad triste y complicada que te toca vivir. Tal vez tu situación actual se parezca más a una cárcel sucia que a un palacio real. Y te estás preguntando si Dios está cerca. Tal vez los golpes, el dolor o la angustia de tu presente, te hacen creer que Dios no está contigo, sino que te abandonó. Que está muy ocupado con otros temas, que no tiene tiempo para escucharte. Pero no es así. Dios es siempre fiel, y no importa cuán difícil sea tu presente, Él siempre está contigo, jamás te va a dejar solo, jamás te va a abandonar. Su promesa de acompañarte y cuidarte es más firme que el peor de tus miedos. Reflexiona: Dios está, no lo dudes nunca. “Y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor.”(NVI)
A PESAR DE NUESTRAS DEBILIDADES
(Jn. 10:11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Hay dos aspectos en los que nos parecemos a las ovejas: Sin un pastor que nos guíe, nos descarriamos y enredamos en cosas que nos dañan. Dios no tiene ninguna “Súper oveja”. La Biblia dice: (Is. 53:6) Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Como ovejas, a veces somos obstinadas, y a menos que Dios intervenga, vagamos sin rumbo, eligiendo cosas que luego nos perjudican. Las ovejas no son lo bastante inteligentes para esconder sus debilidades: De hecho, su disposición a ser lo que son es uno de sus puntos fuertes. F.B. Meyer comenta: “Solía pensar que los dones de Dios estaban en estanterías muy altas, y cuanto más crecíamos, más fácil nos resultaba alcanzarlos. Pero me he dado cuenta de que están en estanterías muy bajas, y para alcanzarlos, no hace falta ser cada vez más altos, sino agacharnos cada vez más bajo.” En palabras de Salomón: “…Con los humildes está la sabiduría” (Prov. 11:2) Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría.
Puesto que Dios ya sabe todo acerca de ti, ¿por qué tratar de aparentar? Además, aquello que no quieras reconocer y enfrentar será lo que impida tu crecimiento y limite el que Dios te use. ¡Es un precio a pagar demasiado alto! Dios ama la verdad y espera que seas sincero con Él, con los demás y contigo mismo. Escribe el apóstol Pablo: (Ef. 4:15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, Lo parafraseemos “Sigamos en todo momento la verdad, en todas las cosas, hablando verdad, viviendo en la verdad” Y Santiago añade: (Stgo. 5:16) Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Todos tenemos nuestros puntos fuertes y puntos flacos. Pero cuando le entregas a Dios lo que eres (¡y lo que no eres!), Él te bendecirá y usará, a pesar de tus debilidades. No olvides que el pasaje de entrada dice: “El buen Pastor su vida da por las ovejas”


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