CRISTOEN
NOSOTROS
(Col. 1:27) a quienes Dios quiso
dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles;
que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. Si en alguna ocasión usted esta vuelta y vuelta, confesando (1ª Jn. 4:4) Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo. Se da cuenta que el texto
dice: “Mayor es el que está en vosotros” ¡Mayor es él” ¡Mayor es él! Por lo que
concluirá que: Mayor es el que está en usted, y tiene que decir: ¡Cristo está
en mí!
Eso debe impresionarnos tanto que sentiremos como si alguien
nos golpea con un trapo mojado, entonces comenzaremos a pisotear por toda la
casa y dejaremos de ser el pobre ente que vivimos en una casucha, pues nosotros
somos la Morada del Altísimo. Eso debe cambiar nuestra manera de pensar en
cuanto a muchas cosas, tenemos que ver nuestras manos y pensar: “Sus Dedos
están en los míos” “Sus piernas, están en las mías” “Sus pies, están en mis
pies” “Si ando en peligro, Él anda en peligro”
Entonces: ¿por qué pensar que nuestras oraciones no pasan del
techo de nuestra casa? Si no tiene que ir más allá de nuestra nariz, pues Él
está en nosotros. Imagínese, el autor de nuestras oraciones vive en nosotros. Algunos
creen que para ser lleno del Espíritu Santo hay que recibir el bautismo en el
Espíritu Santo. Pero no es así. El Espíritu Santo entró en su vida cuando usted
recibió a Jesús como su Señor, cuando nació de nuevo. Ser bautizado en el
Espíritu Santo es otra cosa: es recibir el poder del Espíritu para ministrar: (Hech. 1:8) pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Eso quiere decir que aunque haya nacido de
nuevo hace dos segundos, Jesús está en usted. Él vive dentro de usted, y estará
ahí para siempre. ¿Entiende bien eso?
Si se pone a pensar y a meditar en esa verdad, podrá recibir
revelación en cuanto a eso como yo la recibí. Y esa revelación empezará a
llenar su espíritu, y con el tiempo cambiará toda su vida. Como Dios
dijo en (2ª Cor. 6:16) ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Jesús está en usted. Esa es la verdad más
gloriosa de la Palabra de Dios. Deje que esa verdad cobre vida en usted hoy.
EL JUSTO PRECIO
(1º Crón. 21:24) Entonces el rey David
dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio; porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo,
ni sacrificaré holocausto que nada me cueste.
Alguien escribió: “Cuando
consigues lo que quieres en la lucha por destacarte, y el mundo te hace rey por
un día, contémplate en el espejo y escucha lo que el reflejo tiene que decir.
Porque lo que cuenta no es el veredicto de tu padre, de tu madre o de tu
esposa, sino el veredicto de la persona que te mira desde el otro lado del
cristal. A esa persona tendrás que complacer, y no a los demás, porque con ella
tendrás que vivir hasta el resto de tus días. Y si el hombre del espejo es tu
amigo, habrás superado con éxito la mayor prueba y la más peligrosa. Podrás
engañar al mundo entero a lo largo de tu vida, y hasta te darán palmaditas en
la espalda por tus logros. Pero tu recompensa final serán penas y lágrimas si
has engañado a la persona del espejo.”
Se
cuenta que había un barbero en una pequeña ciudad al que le iba muy bien el
negocio hasta que una peluquería grande y moderna abrió al otro lado de la
calle. Por todas partes anunciaron la apertura con la publicidad de: “Todo a diez pesos”. ¡Cortes de pelo a diez
pesos! ¡Permanentes
a diez pesos! ¡Todo por diez pesos! Desesperado, el barbero contrató a un
experto en publicidad, quien llamó a una compañía que hacía letreros a encargar
uno para la barbería. ‘¿Y qué quiere que pongamos en el rótulo?’ le
preguntaron. El publicista respondió: ‘Escribid en letras grandes las palabras: “arreglamos cortes de pelo de 1 dólar”.
David
dijo: “Quiero comprarlo por su justo precio; porque no sacrificaré holocausto
que nada me cueste” (1º Crón. 21:24) Para
cumplir el destino que Dios te ha dado, tienes que pagar el justo precio.
ALUMBRANDOLUGARES
OSCUROS
(Jn. 9:5) “Entre tanto que estoy en el
mundo, luz soy del mundo” Un
pequeño niño, pobre, oyó a su profesora de la Escuela Bíblica decir, cierto
día, que Jesús era la luz del mundo. Él entendió esta
enseñanza literalmente y, después de la Escuela, dijo a su profesora:
“Si Jesús, realmente, es la luz del mundo, me gustaría que viniese a rondar el
callejón donde moro. Es terriblemente oscuro el lugar donde vivo.” Al leer la
inquietud del niño de nuestra historia, podemos sacar una buena lección: el
lugar donde moramos no puede ser oscuro; ¡necesita ser muy bien alumbrado! ¿Y
cómo Jesús puede alumbrar los lugares oscuros de este mundo? A través de
nosotros. Es preciso que nuestra vida brille; que sirva de luz para todos los
que están alrededor. Cuando nuestra vida presenta el brillo del Espíritu, todas
las tinieblas desaparecen y el Señor Jesucristo es exaltado a través de todo lo
qué hacemos.
Si
el día de nuestra casa está oscuro, es preciso que la luz de Cristo vuelva a
brillar. Si las charlas con los amigos en la esquina andan envueltas en
tinieblas, la luz de Cristo necesita brillar allí. Si nuestro trabajo, o
universidad, o cualquier otro lugar por donde pasamos, están tomados de
obscuridad, hagamos con que la luz de Cristo brille con fuerza en cada uno de
ellos. Cristo alumbra el mundo. Cristo alumbra las circunstancias. Cristo
deshace las tinieblas. ¿Y cómo lo hace? A través de nosotros, de nuestra vida
espiritual, colocada en el altar de Dios, todos los días, todos los momentos. Jesús
pasó por este mundo disipando tinieblas. Fue luz en todos los lugares por donde
anduvo. Y ahora esta tarea está destinada a nosotros. Él nos dijo: “Sois la luz
del mundo”. Sí, nosotros somos, necesitamos
ser, la luz que ayudará a los que están próximos a encontrar el camino de Dios.
Nosotros hemos sido llamados para ser una bendición y para que el nombre de
nuestro Salvador sea engrandecido. ¿Ha sido usted una luz en los lugares por dónde
pasa?
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