DEJA A DIOS HACER LAS COSAS A SU MODO
(2º R. 5:10-11) 10Entonces Eliseo le envió un mensajero,
diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y
serás limpio. 11Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo
decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová
su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
A menudo no
recibimos lo que Dios quiere hacer por nosotros porque no hace las cosas como
creemos que debe hacerlas. Por ejemplo, nos ponemos a pensar en la manera en
que va a sanarnos. Pensamos que va a mandar a algún predicador famoso a poner
sus manos sobre nosotros o que el Señor va a derribarnos con una descarga de su
poder. Pero cuando no lo hace así, nuestra fe decae y arruinamos lo que Él
había planeado hacer.
Eso fue lo que
hizo Naamán. Él fue a Eliseo con la esperanza de ser sanado de una manera definitiva.
Cuando no sucedió así, la Biblia dice que se fue furioso. Lo que Eliseo le dijo
que hiciera era fácil. El tenía que sumergirse siete veces en el río Jordán.
Naamán pudo haberlo hecho, pero esa no fue la forma en que él pensó que sería
sanado. El creyó que Eliseo lo sanaría con solo pasar sus manos sobre él e
invocar el nombre del Señor. Naamán salió precipitadamente, y hubiera perdido
la sanidad si uno de sus siervos no lo hubiera convencido de hacer lo que
Eliseo le dijo.
Yo era así.
Deseaba tanto ver cosas espectaculares de Dios que estaba perdiéndome las que
Él tenía planeadas para mí. Cuando lo entendí, dejé de buscar cosas grandes y
espectaculares, y me limité a esperar que Dios nada más cumpliera su Palabra.
Recuerdo que me tardaron predicando el evangelio, me presentaron bien claro el
plan de salvación, pero como quería seguir en el pecado, mi dolor se fue
haciendo cada día más grande sin darme cuenta; no hablo de un dolor físico,
sino del espiritual, de que cuando te das cuenta, es porque has perdido lo que
más hubiste de amar en la vida, gracias a Dios no faltó otros de sus criados (siervo)
que me insistiera en zambullirme las siete veces en su Jordán, en la Sangre de
su Precioso Hijo, en ella no necesité de somatones, caídas espectaculares, solo
el Espíritu Santo sabe de qué manera me hizo arrodillarme delante de mi Señor y
pedirle perdón y no solo eso, sino que también pedí la redención de aquellos a
quienes ofendí.
Y La zambullida,
sí que ha dado frutos y dentro de esos frutos está una de mis hijas a quién
hice mucho daño y que gracias a Dios, he alcanzado su perdón porque también es
su hija. No deje que sus ideas acerca de cómo va a obrar el Señor le quiten su
sanidad, su liberación o su paz. Confíe en Dios y deje que Él haga las cosas
como Él sabe hacerlas, y El actuará poderosamente en usted.
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