¡DA UN PASO DE FE Y HAZLO!
(2ª Cor. 5:7) (Porque por fe andamos,
no por vista) ¡Dios puede
usarte! No es algo que no sepas, pero se te olvida a veces y necesitas que se
te recuerde. En efecto, el mismo Dios que se manifestó en Moisés, Ester, Débora
y Pablo hoy en día trabaja con gente imperfecta como tú. Puede darte victoria
en lugar de derrota y convertir la humillación del año pasado en la celebración
de este año. Todos los héroes de la Biblia tenían una cosa en común: eran
personas normales y corrientes que se arriesgaron en obediencia a Dios,
creyeron en Él y acabaron logrando grandes hazañas. ¿Puedes imaginarte ser el
sucesor de Moisés? Dios lo había usado para secar el Mar Rojo, aniquilar
al ejército de los egipcios, recibir los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí y
alimentar a millones de Israelitas a diario en el desierto. ¿Cómo puedes
sustituir a alguien así? Seguro que Josué se sintió atemorizado. Pero Dios
le animó y le dio confianza: “Nadie podrá hacerte frente en todos los días
de tu vida: como estuve con Moisés, estaré contigo.” (Jos. 1:5) Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como
estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Una vez que Josué escuchó esas
palabras, tuvo la confianza necesaria para continuar la obra que Moisés había
comenzado. La Biblia dice: “Por fe
andamos, no por vista” Al enemigo no le importa que hables palabras de
fe, mientras no des pasos de fe. Así que confía en Dios. Cuando te pide
algo, hay motivos para ello. Pero Él te dará la fortaleza y los recursos para
hacerlo. ¿Qué te está pidiendo Dios? ¡Da un paso de fe y hazlo!
HIJOS
INDISCIPLINADOS
(Prov. 12:1) El que ama la instrucción ama la sabiduría; Mas el que aborrece la
reprensión es ignorante. El hombre lleva en su interior una fuerza que lo empuja hacia abajo, al
nivel del bruto, sólo la colaboración divina y el amor de otros (aunque muy
pocas veces bien recibida) unida a una actitud humilde (aunque mortificada e
ingrata) puede salvaguardar y elevar el nivel humano. Queridos
hermanos, mis débiles amigos, todos somos falibles, aunque no lo reconozcamos
totalmente, la verdad única es que nos bastamos a nosotros mismos para
enmendarnos: “Ni
se puede enderezar lo torcido, ni se puede contar la que falta” (Ecl.
1:15) Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse. “Soy el más ignorante de todos los hombres; no hay
en mí discernimiento humano. No he adquirido sabiduría, ni tengo conocimiento
del Dios santo” (Prov. 30:2-3) 2Ciertamente
más rudo soy yo que ninguno, Ni
tengo entendimiento de hombre. 3Yo
ni aprendí sabiduría, Ni conozco
la ciencia del Santo.
Si
neciamente nos negamos a admitir corrección seguiremos en picada muy próximos
al nivel del ordinario. Cada vez que un joven inexperto es corregido pueden
darse dos tipos de respuesta: La respuesta arrogante del insolente que no
admite corrección, está lleno de insultos, excusas, pleito, terquedad. Nunca le
enseñaron de manera sabia a amar la disciplina. La respuesta atenta del
prudente que fue enseñado a amar la corrección, su madre supo dar un amor
maduro. “No
corregir al hijo es no quererlo, amarlo es disciplinarlo” (Prov. 13:24) El que
detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas
el que lo ama, desde temprano lo corrige. Podemos medir nuestro nivel de bestialidad muy
fácilmente. ¿Si al oír una reprimenda, una corrección justa y coherente sientes
a la rebelde necedad darle la contra a todo y a todos? ¡Ojo! ¡No es la
bilirrubina la que se te está subiendo! La bilis está haciendo que la fiebre te
vuelva a inflamar, la irracionalidad lucha para que no salgas del nivel
alicaído de bestialidad. Pero si la corrección te alegra los sentidos, si ella
te hace ver las cosas con lente de aumento, si esta aclaración te refresca y
anima ¡gózate! Pues amar la disciplina hace enderezar lo torcido. “La necedad es parte del
corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige” (Prov. 22:15)
La
necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la
alejará de él. Anímate
hermano, yo he sido corregido con esta meditación, me cuesta tanto ser sometido,
hasta mi tiempo a solas con Dios se quiere volver excusa para no atender la
reprensión de mis mayores en la fe. Ya no soy el jovencito del ayer, pero sigo
haciendo pataletas cada vez que alguien quiere ver mis errores e ignorar mis
“virtudes”, espero que esta palabra y testimonio te ayuden a salir del nivel de
inmadurez y brutalidad en la que el diablo y nuestra terquedad nos quieren
sumergir. Aprendamos a enamorarnos de la disciplina, hasta los “maduros” podemos seguir aprendiendo, hasta los
conocedores necesitan ser rectificados.
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