viernes, 17 de febrero de 2012

MI ALMA TIENE SED DE TI:


BIENVENIDO A LA LIGAPROFESIONAL
            (Mat. 5:11-12) 11Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Cuando sufra persecución, no se ponga a lamentarse y a quejarse. No pierda su tiempo sintiendo lástima de sí mismo. A pesar de lo que pueda pensar, esa persecución no ha venido porque el diablo encuentra placer en fastidiarle. Viene porque usted ha llegado a ser una amenaza para él. Viene porque ha puesto la Palabra en su corazón, y él sabe que si no consigue sacarla, usted va a ocasionarle más problemas de los que él puede manejar. Por eso, ¡regocíjese! La persecución significa que usted ha llegado a la liga profesional. Significa que el diablo lo toma tan seriamente que envía a los mejores jugadores para ponerle fuera del juego. Los jugadores que llegan al evento final no buscan alguna manera de evitarlo. Ellos no dicen: “Caramba, ojalá no tuviera que estar en ese partido final; esos tipos son los jugadores más grandes y rudos del país. Tal vez me enferme y no tenga que jugar”. ¡No! Ellos saborean la oportunidad. “Voy a enfrentarlos, dicen. “He luchado toda mi vida para llegar aquí, y ahora voy a probar que soy el mejor” Así debería ser cuando el diablo lo reta. Usted debe aceptar ese reto con gozo, sabiendo que va a salir victorioso. Después de todo, nuestro Dios es Todopoderoso para sacarlo adelante. Él nunca se detiene y se pregunta si tiene los recursos necesarios para solucionar las dificultades que usted enfrenta. Él sabe que puede destruir lo que el diablo envíe contra de usted. “Así es que, cuando la persecución venga, confíe en Dios y regocíjese de saber que usted ha llegado a la liga profesional”
CONFIANDO EN El GPS DE DIOS
(1ª Jn. 2:27) “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”  Salimos de vacaciones con la familia y como siempre hacemos, Ester cargó en el auto su libro de mapas. Cada que podemos siempre es nuestro guía fiel, en cada lugar que vamos  sin conocer. Lo más que hemos caminado son unos seis mil Km. De ida y vuelta con esta guía y nunca nos falló, siempre iba con nosotros, aunque nos perdiera. Pero como la tecnología avanza, compramos un GPS y nos lo configuró un amigo justo antes de salir de casa. Viajábamos a Chiapas, a muchos lugares, y la lógica decía que teníamos que tomar la ruta 7. Así que emprendimos nuestro viaje de vacaciones con esa consigna. Prendimos el GPS y le marcamos el destino final de nuestro viaje. En un momento, nos indica una salida a la derecha. Nos recomendaba tomar otra ruta. Como se puso muy insistente, nos desviamos para donde nos recomendaba el aparato. Pero detuvimos el auto y nos fijamos en el cuaderno de mapas. Después de estudiarlo un poco (en realidad Ester miraba porque es la que más entiende), caímos en la cuenta que lo que el GPS nos decía era la mejor opción. Nuestra elección para la ruta nos hubiera obligado a hacer 300 kilómetros de más. Pero el pequeño aparato nos guiaba a un camino más corto y mejor. Cuando retomamos el viaje, Ester me dice “este va a ser tu nueva confianza”¡Con que facilidad nos aferramos a nuestros pensamientos o intenciones desvalorizando a los que realmente saben! No confiábamos en el GPS, pero tenía razón. Aunque nos indicaba un camino que nosotros no conocíamos, y no sabíamos a donde nos iba a llevar, su consejo era el más seguro. Tenemos dentro de nosotros al Espíritu Santo, que cumple la misma función. Es Dios mismo viviendo dentro de nosotros que nos indica qué camino tomar, y cuál es la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. El nos enseña todas las cosas y su enseñanza es Verdadera. Su camino siempre es el mejor. Pero muchas veces, elegimos seguir por el camino que a nosotros nos parece mejor. Y eso nos desvía del objetivo, nos retrasa, nos cansa y a veces, hasta nos hace perder. Recuerde: “El Espíritu Santo es tu GPS. Confíale”
LA BIBLIA Y LA VEJEZ
            (Sal. 71:9) No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. Muchas veces hacemos chistes respecto a hacerse mayores, y decimos cosas como: “Tengo treinta y nueve años y aquí me planto” indicando que no queremos llegar a los cuarenta y ser considerados como “viejos”. Mientras albergues un sueño en tu corazón, nunca serás viejo. Dijo el salmista: (Sal. 37:25) Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan. Lo que más nos asusta de envejecer es acabar solos, necesitados o ser un estorbo para otros. Al encarecerse la vida y reducirse las pensiones, es maravilloso poder decir como dijo Pablo (Fil. 4:19) Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Tus años dorados pueden ser los mejores porque podrás hacer todas esas cosas que siempre quisiste pero para las que no tuviste tiempo.
“Quisiera tener más tiempo para la leer” Pues ahora puedes. “Quisiera pasar más tiempo en oración” Ahora es el momento. Y otras muchas cosas de las que podrás disfrutar ahora: viajar, ministrar en la obra de Dios, pasar tiempo con los nietos, dedicarte a tus aficiones, visitar a los amigos. (Job 5:26) Vendrás en la vejez a la sepultura, Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo. Esto habla de llegar con vigor a la sepultura. (Jue. 8:32) Y murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas. Habla de la “buena vejez”. Génesis 25, menciona a hombres y mujeres “llenos de años”. Puedes morir así: ¡lleno de años! La palabra “lleno” significa repleto hasta rebosar. ¿No es fantástico? Si eres una persona mayor, Dios tiene una palabra para ti hoy: (Is. 46:4) Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré. Había un anuncio publicitario de una marca de café que decía: “Bueno hasta la última gota.” ¡Que sea ése, el lema de tu vida!

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