miércoles, 22 de febrero de 2012

GRACIAS PADRE:


HE AQUÍ EL SEÑOR
(Rom. 12:2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Por dentro, usted es perfecto: nacido de nuevo y hecho a la imagen de Jesús. Pero, por fuera, ¿se siente usted frustrado de que no puede alcanzar esa perfección por más que trata? ¿Hay solución? Sí. La clave es “la renovación de su entendimiento”. El pasaje dice: que si renueva su entendimiento, usted podrá ser verdaderamente “transformado”. La palabra “transformado” se traduce de la misma palabra griega de la cual se deriva el término “metamorfosis”. La vemos en otras dos ocasiones en las Escrituras. Una de ellas fue cuando Jesús se transfiguró en el monte mientras hablaba con Moisés y Elías. La otra se encuentra en (2ª Cor. 3:18) donde dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Cambiado, transformado, transfigurado: son palabras poderosas que inspiran, emocionan y describen lo que sucede cuando uno mira a cara descubierta al Señor en la Palabra y en la oración. Cuando uno renueva el entendimiento, el ser exterior se transforma casi de la misma manera como la oruga se transforma en mariposa. En vez de conformarse a la imagen del mundo, uno empieza a conformarse a la imagen del espíritu que ha sido recreado en justicia y santidad de la verdad. Tómese tiempo para apartarse del mundo y estudiar la Palabra de Dios. Medite en ella y deje que lo transforme de adentro hacia afuera. Transfórmese por medio de la renovación de su entendimiento y libere la linda mariposa espiritual que vive en usted.
LO ADECUADO
(Hech. 6:2) Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. “no está bien que nosotros” La iglesia del N. T. creció tan rápido que los apóstoles no daban abasto. Así que dijeron: “No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas. Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad. Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra” Así dice la Nueva Versión Internacional. Gracias a esa decisión, la Palabra de Dios se expandió, la iglesia siguió creciendo e importantes autoridades de la ciudad de Jerusalén fueron ganadas para Cristo. Es fundamental que identifiques el área donde mejor encajas y que permanezcas ahí. Algunas razones que nos impiden hacerlo son: 1) Guardamos nuestras posiciones. Pensamos: “Éste es mi trabajo; yo soy el único que lo puede hacer” El hecho de que siempre hayas realizado una labor determinada no significa que tengas que seguir en ella. ¿Qué pasa si Dios quiere escribir un nuevo capítulo en tu vida? 2) Estamos sobrecargados. Las personas con demasiadas cargas tienden a rechazar aún aquello que les ayudaría, pensando que se trata de una carga más. 3) Tenemos complejo de mártir. Cuando logras llamar la atención con tus quejas sobre la situación que estás viviendo, podrías hacer de esa actitud un estilo de vida. Pero no funciona. La gente empezará a evitarte porque verán que no haces nada para cambiar la coyuntura. 4) No sabemos lo que nos conviene. Hasta que no delegaron la parte administrativa a otros y se volvieron a centrar en su llamado primordial, no mejoraron las cosas para los apóstoles. ¡Piénsalo bien!

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