HE AQUÍ EL SEÑOR
(Rom. 12:2) No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. Por dentro, usted es perfecto:
nacido de nuevo y hecho a la imagen de Jesús. Pero, por fuera, ¿se siente usted
frustrado de que no puede alcanzar esa perfección por más que trata? ¿Hay
solución? Sí. La clave es “la renovación de su entendimiento”. El pasaje dice: que
si renueva su entendimiento, usted podrá ser verdaderamente “transformado”. La
palabra “transformado” se traduce de la misma palabra griega de la cual se
deriva el término “metamorfosis”. La vemos en otras dos ocasiones en las
Escrituras. Una de ellas fue cuando Jesús se transfiguró en el monte mientras
hablaba con Moisés y Elías. La otra se encuentra en (2ª Cor. 3:18) donde dice: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Cambiado,
transformado, transfigurado: son palabras poderosas que inspiran, emocionan y
describen lo que sucede cuando uno mira a cara descubierta al Señor en la
Palabra y en la oración. Cuando uno renueva el entendimiento, el ser exterior
se transforma casi de la misma manera como la oruga se transforma en mariposa.
En vez de conformarse a la imagen del mundo, uno empieza a conformarse a la
imagen del espíritu que ha sido recreado en justicia y santidad de la verdad. Tómese
tiempo para apartarse del mundo y estudiar la Palabra de Dios. Medite en ella y
deje que lo transforme de adentro hacia afuera. Transfórmese por medio de la
renovación de su entendimiento y libere la linda mariposa espiritual que vive
en usted.
LO ADECUADO
(Hech. 6:2) Entonces los doce
convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros
dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. “no está bien que nosotros” La iglesia del N. T. creció tan rápido
que los apóstoles no daban abasto. Así que dijeron: “No está bien que nosotros los apóstoles descuidemos
el ministerio de la palabra de Dios para servir las mesas. Hermanos, escojan de
entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de
sabiduría, para encargarles esta responsabilidad. Así nosotros nos dedicaremos
de lleno a la oración y al ministerio de la palabra” Así dice la Nueva
Versión Internacional. Gracias a esa decisión, la Palabra de
Dios se expandió, la iglesia siguió creciendo e importantes autoridades de la
ciudad de Jerusalén fueron ganadas para Cristo. Es fundamental que identifiques
el área donde mejor encajas y que permanezcas ahí. Algunas razones que nos
impiden hacerlo son: 1) Guardamos nuestras
posiciones. Pensamos: “Éste es mi trabajo; yo soy el
único que lo puede hacer” El
hecho de que siempre hayas realizado una labor determinada no significa que
tengas que seguir en ella. ¿Qué pasa si Dios quiere escribir
un nuevo capítulo en tu vida? 2) Estamos
sobrecargados. Las personas con demasiadas cargas
tienden a rechazar aún aquello que les ayudaría, pensando que se trata de una
carga más. 3) Tenemos complejo de mártir. Cuando
logras llamar la atención con tus quejas sobre la situación que estás viviendo,
podrías hacer de esa actitud un estilo de vida. Pero no funciona. La gente
empezará a evitarte porque verán que no haces nada para cambiar la coyuntura. 4) No sabemos lo que nos conviene. Hasta
que no delegaron la parte administrativa a otros y se volvieron a centrar en su
llamado primordial, no mejoraron las cosas para los apóstoles. ¡Piénsalo
bien!
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