RAHAB EN LA BIBLIA.
(Heb. 11:31) Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. “Por la fe Rahab la ramera no pereció” Durante
los próximos días consideraremos la historia de Rahab la ramera. Vivía en una
civilización condenada al desastre. Dios le había dicho a Abraham: “Te daré a
ti y a tu descendencia toda la tierra de Canaán.” (Gén. 17:8) Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra
en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Puesto que Rahab vivía en la muralla, en cierto
sentido se encontraba “al borde del desastre” Y nosotros también. Los
líderes políticos de hoy en día se debaten para poder detener la proliferación
de armas nucleares porque en manos equivocadas, éstas podrían destruir el
mundo. La Biblia nos habla de un jinete en un caballo rojo con un arma de tal
potencial destructor que podría arrancar la paz de la tierra (Ap. 6:4) Y salió otro caballo,
bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder
de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una
gran espada. ¿Podría referirse a un arma nuclear? Escribe
Pedro: (2ª P. 3:10-12) 10Pero el día del Señor vendrá como ladrón
en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos,
y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11Puesto
que todas estas cosas han de ser deshechas !cómo no debéis vosotros andar en
santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos
para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán
deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! ¿Deberíamos estar asustados? No, la agonía del
viejo orden mundial no es más que los dolores de parto de una nueva tierra
donde reina la justicia. (2ª P. 3:13-14)
13Pero nosotros esperamos, según sus
promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. 14Por
lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia
ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. ¡Lo que Dios tiene reservado para los redimidos es
hermoso e indescriptible!
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