lunes, 27 de febrero de 2012

MI CONFIANZA ESTA EN TI OH DIOS:


RAHAB EN LA BIBLIA.
(Heb. 11:31) Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. “Por la fe Rahab la ramera no pereció” Durante los próximos días consideraremos la historia de Rahab la ramera. Vivía en una civilización condenada al desastre. Dios le había dicho a Abraham: “Te daré a ti y a tu descendencia toda la tierra de Canaán.” (Gén. 17:8) Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Puesto que Rahab vivía en la muralla, en cierto sentido se encontraba “al borde del desastre” Y nosotros también. Los líderes políticos de hoy en día se debaten para poder detener la proliferación de armas nucleares porque en manos equivocadas, éstas podrían destruir el mundo. La Biblia nos habla de un jinete en un caballo rojo con un arma de tal potencial destructor que podría arrancar la paz de la tierra (Ap. 6:4) Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. ¿Podría referirse a un arma nuclear? Escribe Pedro: (2ª P. 3:10-12) 10Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas !cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! ¿Deberíamos estar asustados? No, la agonía del viejo orden mundial no es más que los dolores de parto de una nueva tierra donde reina la justicia. (2ª P. 3:13-14) 13Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. 14Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. ¡Lo que Dios tiene reservado para los redimidos es hermoso e indescriptible!

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