miércoles, 1 de febrero de 2012

CON AMOR CRISTIANO:


NADA ME FALTARA
(Sal. 23:1-2) 1Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. ¿Alguna vez se ha puesto a pensar cómo un joven pastor como David pudo convertirse en un hombre conforme al corazón de Dios y tan fuerte espiritualmente que Dios lo escogió para ser el rey de Israel? De hecho hay que pensarlo y preguntarle en oración a Dios acerca de ello, la respuesta puede ser, que la misma revelación de Dios, recibida después de sus muchas meditaciones, sea la respuesta a dicha pregunta. Imaginemos que el día que escribió el (Sal. 23) David estaba meditando en la bondad de Dios y cantándole alabanzas. Él estaba teniendo comunión con Dios cuando, de repente, el Señor le ungió y David exclamó: “Jehová es mi pastor” Sin duda se acordó de las ovejas que cuidaba cuando era jovencito: “Me enfrenté a la muerte por esas ovejas. Las guíe a lugares de pastos verdes y de aguas frescas, limpias y tranquilas”. Continuó meditando en esas cosas y se llenó de emoción: “Cuando me enfrenté al león y al oso, ¿no dispuso Dios una mesa delante de mí en la presencia de esos enemigos? El me dio la victoria. ¡Mi Dios! ¡Mi Dios peleará por mí! “Jehová es mi pastor; nada me faltará”.
Esa revelación invadió tanto el alma de David que el diablo no pudo hacer nada para quitársela. Por eso, cuando Goliat estaba burlándose de Israel, David salió a pelear contra él. Todos los israelitas le tenían miedo a Goliat, excepto David, porque en su ser había una revelación que decía: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Esa revelación le dio a David el valor y el poder no solo para decir: “yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos”, sino también para incrustar una piedra en la cabeza del gigante. Si el diablo anda buscando cómo destruir su vida, haga lo que David hizo: medite en Dios y en su Palabra, cante alabanzas al Rey y tenga comunión con el Señor hasta que la revelación de quién es Cristo en usted empiece a inundar todo su ser. Luego, dígale al diablo: “Tú no vas a hacerme daño, porque Jehová es mi pastor”. Péguele con la piedra del conocimiento revelado y lo dejará fuera de combate.
ANTES DE EL SIGUIENTE PASO
(Jos. 1:2) Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Josué había probado lo buena que era la Tierra Prometida. Sin embargo tuvo que volver al desierto y esperar a que muriera Moisés y fuera enterrada toda una generación incrédula de Israel. Destaquemos lo siguiente: 1º Algunas de nuestras viejas costumbres tendrán que morir. Moisés representaba la vieja guardia. Fue la persona adecuada para un tiempo, pero no para el presente. Cuando estás anclado en el pasado y no vives el presente, no estás listo para avanzar; todavía tienes que impresionar a demasiadas personas. Te riges por principios tan estrictos que cuando Dios te dice que es hora de dar un paso adelante, tienes que consultar con alguien antes de hacerlo. Cuando Dios le dijo a Josué: “Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, hacia la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”, sólo había una respuesta aceptable: ‘¡Sí Señor!’ Debes honrar el pasado pero no quedarte estancado en él. Tienes que permanecer en la verdad, pero si quiere alcanzar tu destino tendrás que buscar a Dios y recibir sus nuevas revelaciones e instrucciones.
2º Deberás enterrar las dudas. Únicamente dos de los doce espías enviados a la Tierra Prometida creyeron que Dios se la entregaría. Los otros diez vieron gigantes, cedieron ante la duda, murieron y fueron enterrados en el desierto. Y cualquier duda que te está deteniendo tiene que morir y ser enterrada también, así como las voces que provienen de tu baja autoestima, los temores que se arraigaron en tu infancia, tus preocupaciones y tus detractores. Júntalos a todos, mételos en una caja, entiérrala, pisa la tierra y di: “Polvo eres y en polvo te convertirás.” Antes de dar el siguiente paso, tienes que entender los principios aquí expuestos y regirte por ellos.

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