EL DERECHO DE RAHAB
ES DE DIOS
(1ª P. 1:18-19) 18sabiendo que fuisteis rescatados de
vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con
cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. “Fuisteis rescatados de
vuestra vana manera de vivir” “Con la sangre preciosa de Cristo” Rahab confió en algo sólido,
mientras que las cosas a las que se aferraron todos los demás se desvanecieron. ¿En qué confió esta mujer? ¿En su moralidad?
No, puesto que la Biblia dice que era ramera. ¿En su nacionalidad? No, pues era gentil, y por lo tanto
excluida de la bendición de Abraham. ¿En qué confió, entonces? ¡En un cordón
rojo! Qué imagen más hermosa del poder y la protección que nos da la sangre de
Cristo derramada por nosotros. “Fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros
padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” Fíjate bien que la sangre de Cristo te ha
rescatado de la “vana manera de vivir”.
¿Te acuerdas cuando la iglesia no te interesaba lo más mínimo porque tu
alma estaba en guerra contra Dios; el Dios que hizo posible que hubiera paz
entre tú y Él?
“A vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos por
vuestros pensamientos y por vuestras malas obras, ahora os ha reconciliado” (Col. 1:21) Y a vosotros también, que erais en otro
tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha
reconciliado. ¿Cómo sucedió? “Haciendo la paz mediante
la sangre de su cruz” (Col. 1:20) y por medio
de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como
las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Seguro que piensas: “Pero sigo sin dar la
talla para Dios” Todos estamos en las mismas; pero Dios ha dado
un remedio para eso: “Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda maldad” Dice: (1ª
Jn. 1:9) Cuando las tropas de Josué vieron el cordón escarlata colgado de
la ventana de Rahab, eso significaba que era aceptada por Dios. Y la sangre de
Cristo hace eso mismo por ti.
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