lunes, 12 de diciembre de 2011

DE CRISTIANO ECH PARA ESTUDIO.

DEFETOS SACERDOTALES

Hay falta en él; no se allegará a ofrecer el pan de su Dios (Lev. 21:18-21) De acuerdo al Reglamento General de Fabricación de Alimentos y sus normas complementarias de cada país, las empresas se obligan a adoptar un escrupuloso proceso de higiene en relación a su fabricación, manejo y distribución; y así garantizar el buen estado de los productos que se ofrecen al público consumidor. En este aspecto y en otros, se actúa de manera prudente y sensata, si no fuere así, se generarían costosos riesgos a la salud de los consumidores y se enfrentarían millonarias demandas legales como consecuencia y el prestigio de las empresas se desplomaría.

El acercarse a Dios debe fundamentarse sobre una correcta preparación de santificación y limpie-za en oración: “... porque los hijos de este siglo son en su generación más sagaces que los hijos de luz” (Luc. 16:8) Lamentablemente, los “hijos de la luz”, los cristianos, en muchos casos, no actúan prudentemente o de manera sensata. Uno de estos aspectos es referente a la manera de acercarse a la Presencia de Dios. Dios no ha cambiado... Él sigue siendo Santo, y demanda que Su pueblo sea santo y esto incluye su intento de acercamiento a Él. “Pues que yo soy Jehová vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo” (Lev. 11:44; 1ª P. 1:16)

Santo: Hebreo: cadósh, cadásh. Sig: Pureza, sagrado, consagrado, limpio, dedicado, sin mancha, sin tacha, irreprensible, irreprochable, intachable, santo, libre de mezclas. Dios mismo habla de Sí mismo, de Su naturaleza Santa; en Él no hay inmundicia, nada turbio, ningún pensamiento o sentimiento corrupto; todo lo que hay en Él es luz y limpieza en lo extremo; Su naturaleza es sin mancha alguna. Nada de Él es objeto de reprensión y de censura. El entendimiento humano, jamás logrará comprender en su totalidad lo que implica la santidad del Eterno Creador. Es verdad, en el intento de acercarse a la presencia de Dios, puede haber sinceridad y buenas intenciones en el creyente pero sin embargo, fallar en su preparación espiritual o en el proceso de santificación o limpieza. Fallar en este proceso de santificación, equivalía a encontrarse con experiencias de muerte espiritual. “Y también los sacerdotes que se llegan a Jehová, se santifiquen, porque Jehová no haga en ellos estrago” (Éx. 19:22)

La palabra Estrago en Hebreo es “parats” Sig: Destruir, quebrantar, esparcir, derribar, romper hacer huir y caer. Entonces ahora nos explicamos, el porqué muchos cristianos tienen en su vida espiritual, una vida de desmayo de ánimo; desilusión, depresiva, se sienten esparcidos en sus sentimientos y emociones, pues a la falta de este tratamiento de higiene o limpieza espiritual, se acarrean experiencias de ciertos tipos de estragos o “muerte espiritual”. Por lo tanto, aún sigue vigente de manera espiritual un riguroso proceso de limpieza, purificación y santificación para aquel que quiere allegarse o acercarse a la Santa Presencia del Señor de manera prudente y sensata. Los Principios de Dios en relación a la manera de acercarse a Él, no han cambiado, es verdad para los sacerdotes en el A. T., los lavamientos para purificación eran hechos literales; hoy son lavamientos espirituales basados sobre una vida de oración.

Tenemos el privilegio hoy, de ser sacerdotes espirituales ante nuestro Dios: “Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios su Padre...” (Ap. 1:6) Realmente es un honor para nosotros como cristianos, que Dios nos otorgue el sublime título de sacerdote. Pero no olvidemos que los sacerdotes en el A. T., portaban en su frente una placa grabada que decía: Santidad a Jehová. Además sus vestidos llevaban y transmitían ese mismo mensaje. (Lev. 15:38) habla de que los vestidos del pueblo de Israel en general, llevarían pezuelos o franjas en los remates (bastillas) de sus vestidos, y en esas franjas un cordón azul o cárdeno.

El Hebreo para “franja o pezuelo” es: Tsitsét ó Tsits. Da la idea de una borla, o mechón, o de una flor, o una lámina brillante. Entonces, aún los vestidos de los Israelitas debían llevar el sello de la Santidad de Dios. Y si nos consideramos sacerdotes entonces interna y externamente debemos llevar la marca de la santidad. O acaso ¿Solo queremos ser sacerdotes sin la santidad? ¡No es posible ello! Dios mismo estableció un riguroso proceso de santificación o purificación que debían observar los sacerdotes en su intento de penetrar al Atrio, al Lugar Santo y Lugar Santísimo del Tabernáculo de Moisés. Entonces es algo temerario e imprudente tomar una dirección errada el querer acercarse a la presencia del Señor y tocar Su gloria sin haberse preparado a través de un proceso o trabajo en oración de santificación o limpieza. Recordemos: Fallar en este proceso, acarreaba la muerte. Consideremos ahora algunos otros aspectos que impedían que los sacerdotes participaran en las cosas sagradas y tampoco le permitía acercase a la santa presencia del Señor.

Se llega a ser un hijo de Dios, pero no significa que ya no se tengan defectos espirituales: “Porque ningún varón en el cual hubiere falta, se allegará: se allegará: varón ciego, o cojo, o falto, o sobrado, o varón en el cual hubiere quebradura de mano, o corvado, o lagañoso, o que tuviere nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o compañón relajado; ningún varón de la simiente de Aarón sacerdote, en el cual hubiere falta, se allegará para ofrecer las ofrendas encendidas de Jehová. Hay falta en él; no se allegará a ofrecer el pan de su Dios.” (Lev. 21:18-21) “Empero no entrará del velo adentro, ni se allegará al altar, por cuanto hay falta en él; y no profanará mi santuario” (23) Si un hombre nacía en la familia Aarónica y sin embargo tenía algún defecto físico, no podía servir o ministrar delante del Señor. Su nacimiento lo autorizaba a comer del Pan Santo, pero sus defectos le impedían tener el privilegio de ministrar en las cosas santas del Señor. Esta es una verdad preciosa pero cargada de solemne advertencia para aquellos que tienen oídos espirituales para oír. Los defectos y las fallas físicas eran un tipo y figura de los defectos del alma y del espíritu del hombre. Podemos ser hijos de Dios mediante un nuevo nacimiento espiritual, pero si nuestro espíritu y nuestra alma poseen defectos, no podremos tener el privilegio extraordinario de acercarnos y sentir la gloria y poder de Su santa presencia tal como Dios desea que la experimentemos; por misericordia, solo podremos tenerla en cierta medida. Alguien pudiera argumentar que Cristo murió para que podamos tener libre acceso hasta la misma presencia de Dios, y que para esto el velo del Templo se rasgó y ya no hubiera ningún obstáculo para llegar a la presencia de Dios. Es verdad, Cristo murió y el velo se rasgó para dejar libre el camino al Padre, mas sin embargo, nuestros defectos espirituales, si impiden el tener libre acceso a la presencia de Dios, es verdad que se puede experimentar en cierto nivel Su presencia, pero recordemos y nunca olvidemos que: “No hay ninguna comunión entre la luz y las tinieblas”, “No hay compañía entre lo justo y lo injusto” (2ª Cor. 6:14-16)

Es fácil darse cuenta cuando un cristiano está experimentando la presencia de Dios, cada día piensa y actúa más como Jesús lo haría: Si de verdad tuviéramos la experiencia de entrar al Lugar Santísimo de una manera continua, nuestra vida cambiaría radicalmente, de tal manera que lo único que desearíamos, sería vivir con un alto grado de santidad, de rectitud, limpieza, honestidad, amor, gozo, bondad, misericordia, etc. Nuestros pensamientos, razonamientos, actitudes, reacciones, palabras y acciones serían cada vez mas ¡Semejantes a los de Jesucristo!, ¡Seríamos cada día más como Jesús!, y los primeros en verlo y hablar de ello serían los propios familiares u otras personas cercanas. Si de verdad entramos a la presencia de Dios o al Lugar Santísimo, entonces perderemos el deseo de cualquier cosa y lo único que buscaremos, será ¡Ser como Jesús! En su manera de pensar, hablar y actuar. Hoy se expresa de manera ligera y libremente: “Estamos entrando al Lugar Santísimo”, pero esto generaría automáticamente una transformación de nuestros hábitos, forma de ser y defectos que son característicos del viejo hombre y la corrupta naturaleza. Entrar al lugar Santísimo, implica tener y experimentar un increíble gozo y paz, amor y bondad aunque nos hallemos en medio de las más severas pruebas, maltratos, sufrimientos, etc. Si somos honestos, reconoceremos que nos falta mucho para vivir y ser como Jesús en nuestra vida diaria. ¿Vamos a vivir una vida de éxtasis, deleite y embeleso de amor por Jesús?, entonces nos es necesario deshacernos de nuestros defectos y fallas espirituales; nos es necesario rogar a Dios cada día transforme esas imperfecciones por medio de la Sangre de Jesucristo. ¿Haremos esto cada día?, entonces experimentaremos una vida de gran deleite, dicha y de amor por el Señor, Su Palabra, Su obra y Su voluntad. Cada día nos obsesionaremos por ser más santos, estaremos dispuestos a separarnos de lo que sea con tal de ser y hacer como Jesús.

La ceguera espiritual es como ver la verdad de Dios a través de unas gafas oscuras o a medias: Veamos algunos de los defectos sacerdotales mencionados en Levítico 21

Ciego. Hebreo: ivvér. Sig. Apagar o tener como una película sobre los ojos; oscuro. Hoy, mucha gente sin Dios, hace alarde de su riqueza material o su posición social, diciendo que son ricos y están en opulencia y que no tienen necesidad de nada; pero lo triste es que también este es el alarde espiritual de muchos de los hijos y ministros de Dios: No tienen necesidad de nada (?). Ellos tienen los dones, ministerios, habilidades y éxitos. Pero... ¿Ya no tienen necesidad de nada?, supuestamente “todo lo tienen” pero están ciegos a causa de su orgullo, están ciegos a la visión espiritual de que es necesario crecer en la humildad de Jesucristo; de “ser y hacer como Jesús”, imitarlo en Su santidad y sencillez para vivir. Hay quienes no aceptan una invitación a ministrar en otra ciudad, a menos que les garanticen hospedaje en hotel de varias estrellas o una considerable ofrenda de amor, mientras Jesús no tenía donde recostar su cabeza. ¿Qué de aquellos que en su ministerio, solo dan preferencia de trato a los que tienen una buena posición social y económica o a los que visten bien?, Jesús se allegó a las multitudes más humildes, a los pobres, marginados e ignorados. ¡Cuánta ceguera hay! Las denominaciones viven en constante guerra y pregonan que solo ellas tienen la verdad, pero esto es ceguera espiritual. Jesús dijo: “En esto conoceréis si son mis discípulos, si se tuvieren amor los unos por los otros”, “más yo os digo, amad a vuestros enemigos” ¿Por qué encontramos en el pueblo de Dios un buen número de cristianos que se levantan a las 9 o 10 de la mañana a orar, no estudian la Palabra, llegan tarde a la iglesia, etc. Dios dice en Su palabra: “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que madrugando me buscan” (Prov. 8:17) Todo esto, y muchas otras cosas vienen de la ceguera espiritual, no ven sus faltas, no ven la necesidad de arrepentirse, no ven la necesidad de ir a la perfección de Cristo o del “ser y hacer como Jesús”, pero según ellos: ¡No tienen necesidad de nada!

Un defecto espiritual que impide acercarse de manera correcta a Dios, es el hecho de ser titubeantes al hacer decisiones: La ceguera también es manifiesta cuando el cristiano o el ministro se atribuye la libertad de señalar todo tipo de fallas de los demás; a todo mundo le ve errores, solo él se ve perfecto y sin pecado. La Escritura dice: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros…Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1ª Jn. 1:8-10) Si no se trabaja para contrarrestar este defecto, y así querer acercarse al Señor entonces puede causar estragos en la vida espiritual.

Cojo. Hebreo: pisséakj. Sig. Dudar, saltar, brincar, vacilar, claudicar, flojear, lisiado. Este defecto del alma y espíritu se manifiesta por medio del titubear, del vacilar y saltar en el camino de Dios. No se tiene un caminar estable. Jesucristo estuvo dispuesto a que Sus pies fueran taladrados y perforados violentamente para que de ellos brotara la Sangre necesaria para dar la capacidad de tener unos pies espirituales sanos y fuertes, para soportar las inclemencias y adversidades; para aguantar a través de los desiertos candentes de pruebas en la Carrera, rumbo a la perfección en la total estatura espiritual de Cristo. ¿Vamos a poseer la Tierra de Canaán, o la Tierra de nuestro Viejo corazón carnal? Entonces nos es necesario, poseer unos pies sanos y fuertes que caminen de una manera determinante; sin titubeos y sin vacilar en la Carrera que nos ha sido propuesta. Cuando un cristiano no es estable para caminar con Dios, entonces el diablo tira sus dardos de fuego a sus pies y entonces se acrecienta el defecto de ser un cojo espiritual; constantemente tropiezan, caen, se desaniman y desilusionan de su experiencia cristiana. Flojean y son apáticos para cultivar su vida espiritual. Hoy tienen una gran determinación en consagrarse, mañana cambian de opinión, hoy tiene una gran confianza en Dios, mañana vacilan y dudan. No se puede experimentar de manera extraordinaria la presencia de Dios con este defecto espiritual.

La falta de buena perfección de entre lo que es bueno y lo malo, impide tener una real experiencia de Dios:(RV1865): falto. Hebreo: kjarám. Sig. Encerrar referente a la nariz, destruir, matar, perder, separar. Habla de estar embotado, tapado de la nariz, tener la nariz aplastada o chata. Una persona con un defecto así, carece de cierto nivel de su capacidad para percibir el olor. Espiritualmente la nariz del alma es la conciencia ya que por medio de ella se percibe lo que es agradable o desagradable a Dios; lo que es bueno y lo que es malo. Una nariz espiritual obstruida, tapada o achatada no podrá percibir la humildad y santidad de Dios en el Lugar Santísimo. Una buena conciencia redarguye, convence, censura, reprende y reprueba. A mayor cantidad de la palabra de Dios en nuestra vida, mayor convicción tendremos de lo bueno y lo malo; lo correcto y lo incorrecto; etc. Si buscamos la transformación diaria de este defecto espiritual, el Espíritu Santo nos mostrará cual es la verdad en todas las cosas... ¡El Espíritu Santo nos guiará a toda la verdad en todo! Esto será por medio de nuestra conciencia. “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia,…mas con la gracia de Dios nos hemos conducido en el mundo…” (2ª Cor. 1:12) Incluso, debido a la defectuosa condición de la conciencia, el creyente se trata de acercar a Dios sin ninguna preparación de limpieza; pero nunca olvidemos: “Vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo”

Sobrado. Hebreo: sará. Sig. Ser deforme con exceso de miembros, cosa superflua, sobrado, (tener) de más, prolongar. Si alguno de los sacerdotes tenía exceso de dedos o tuviera tumores y verrugas, no podía entrar al lugar Santísimo y tener la extraordinaria presencia de Dios; tampoco podía ministrar en las cosas sagradas. Condiciones depresivas, tristes y de amargura, estorban el buen acercamiento al santo Dios: Con cuánta frecuencia los hijos de Dios tienen raíces de amargura, tumores de celos, pleitos, resentimientos y prolongan por años sus recuerdos negativos, etc. Todo esto es un gran obstáculo para entrar al Lugar Santísimo y experimentar la presencia de Dios. ¡No se puede penetrar al Lugar Santísimo, si se conservan voluntariamente estas cosas superfluas! Superfluo es lo que no es necesario, que no es útil, lo que está de más. Hay que “morir” a la vida engaños; a las cosas superfluas, a los apegos que no tienen el sello de aprobación del Señor.

Empeine. Hebreo: yaléfet. Sig. Raspadura, rasguño, pinchar y picar. Adherirse o rascar; caspa o costra, empeine, sarnoso o roñoso. La presencia de este defecto espiritual delata áreas o zonas irritables o de molestia que producen una sensación de incomodidad cuando se le toca. El sacerdote no podía acercarse a Dios con este defecto. De la misma manera en el campo espiritual, muchos cristianos llevan en el alma o en el espíritu lugares sensitivos o fácilmente irritables, ellos se irritan y enojan cuando alguien viene y toca sus puntos sensibles (fallas, errores y pecados). Fácil se embargan de resentimientos.

Corcovado o jorobado. Hebreo: Sig. Arqueado y contractar, contraído, jorobado. La joroba es un de-fecto de la columna vertebral. La columna vertebral ilustra la voluntad humana. (Hech. 7:51) (cerviz) Con frecuencia se piensa que nuestra voluntad está totalmente sometida a la del Señor, sin embargo, a través de circunstancias y situaciones adversas o dolorosas, nos damos cuenta que en realidad tenemos muchas torceduras en nuestra columna vertebral espiritual (voluntad), y que necesitan ser corregidas o desaparecer. El cristiano se trata de salirse con la suya o del hacer su propia voluntad carnal en el ámbito de sus acciones, actitudes, pensamientos y palabras... pero así no podrá entrar y experimentar la dulce presencia de Dios en el Lugar Santísimo.

Quebradura de pie. Hebreo: shéber. Sig. Fracturar, derruir, arruinar, apagar, extinguir, ahogar. Dañar, derribar, desgajar, deshacer, desmenuzar, despedazar, destrozar, destruir, estropear, humillar, perniquebrado, romper. Un pie roto causa un andar incorrecto.

La sangre espiritual de Jesucristo, es el elemento prioritario para santificarse antes de acerarse a Dios: Frecuentemente los hijos de Dios se rompen sus pies espirituales por causa de su necedad, la tontería, el enojo y rebelión. Por descuidos perdieron su conexión con Dios, han apagado y extinguido su relación con Dios. Estos son ejemplos de algunos de los defectos sacerdotales que impedían que ellos tuvieran el privilegio de tener contacto con la gloria de la presencia del Señor. Estos también son algunos de los varios defectos espirituales que obstaculizarán a nosotros el experimentar el gozo y deleite de la radiante presencia de Dios. EL proceso que seguía el sacerdote en el Antiguo Testamento para su preparación antes de poder introducirse al interior del Atrio y posteriormente al Lugar Santísimo, se fundamentaba sobre tres experiencias básicas.

Primero: Estaba el sacrificio o muerte de alguno de los animales requeridos. La sangre derramada del animal, se tomaba, se ponía sobre los cuernos del altar de sacrificio, y otra parte se derramaba al pie del altar. Aquella sangre, solo era un cuadro o figura del derramamiento de la Sangre de Jesucristo en la cruz del calvario. Pues: “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos... rociada a los inmundos, santifica para la purificación de la carne. ¿Cuánto más la Sangre de Cristo, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte...?” (Heb. 9:13-14) Entonces este es el primer “Elemento o Recurso” que Dios nos otorga para nuestro lavamiento, purificación y santificación: ¡La Sangre espiritual del Señor Jesucristo! (La cual debemos invocar a través de la oración de fe... todos los días), Ella nos limpia de todo pecado y defecto confesado y arrepentido. (1ª Juan 1:7) Como una experiencia inicial, adquirimos una porción de esta Sangre, cuando creímos en Cristo como nuestro Salvador. Sin esta primera experiencia, el sacerdote no podía obtener la segunda.

Entonces la segunda experiencia, era el “Fuego” El cual es un tipo del Fuego del Espíritu Santo; y el cual en oración, también podemos invocarlo para que consuma y transforme la naturaleza de nuestros defectos y pecados confesados y arrepentidos. Una porción de este Fuego, lo adquirimos cuando hemos recibido el Bautis-mo con el Espíritu Santo.

La tercera experiencia, era: Que ellos se “Lavaran” en las Aguas del Lavar o Lavacro. (Éx. 40:31-32) Estas aguas, eran una figura de las Aguas del Nombre, Muerte, y Vida de Jesucristo. (Rom. 6:3-6) Nosotros hoy, adquirimos un aspecto de esta experiencia cuando hemos sido bautizados en Agua. Estas tres experiencias en nuestra vida (Sangre; Fuego y Agua), las tuvimos como una experiencia inicial, pero a través de la oración, cada día debemos invocar Sangre; Fuego y Agua para obtener limpieza, santificación y purificación de nuestros defectos y pecados diarios, y así acercarnos de manera confiada a la santa y deleitante presencia de Dios. La preparación de los sacerdotes antiguos estaba acompañada de actos o acciones literales, hoy la preparación de los hijos de Dios, o los cristianos se establecen sobre una vida de oración de limpieza y santificación. Pero... ¿Por qué tanta insistencia en buscar cada día esta preparación de limpieza para acercarse al Señor? ¿No pareciera que esto se va a convertir solo en una forma rutinaria al paso de los días? Entonces. ¿Por qué a pesar de que no he buscado esa preparación en oración, de todas maneras se siente la Presencia de Dios?

Primero: se insiste, y se recalca la importancia de este trabajo en oración, pues recordemos que los Principios de Dios en este aspecto, no han cambiado, siguen en vigor... ¡Dios es Santo!

Segundo: Este proceso de santificación diario, Dios lo demandaba dos veces al día, mañana y tarde a los sacerdotes en el A. T. (Éx. 29:36-41)

Tercero: Sí, es verdad, a pesar de no saber, ni practicar este proceso de santificación a través de Sangre, Fuego y Agua, se puede experimentar la presencia de Dios. En muchas ocasiones el Señor permite esto debido a Su gran misericordia y amor por el pecador; sin embargo, en la medida que el creyente crece en su vida espiritual, entonces Dios le demanda que trabaje en oración para santificarse, si es que aspira a penetrar al Lugar Santo, y Lugar Santísimo.

Entonces: Es sensato, y prudente el hecho de que cada día, antes de intentar acercarse al Santo Dios, nos prestemos a la oración de limpieza, y santificación, por medio de la Sangre de Jesucristo; el Fuego del Espíritu Santo; y las Aguas del Nombre, Muerte y Vida de Jesús.

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