EL ENVEJECER DEL
HOMBRE
(2ª Cor. 4:16)
dice: Por tanto, no desmayamos; antes
aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día. Te das cuenta de que te estás haciendo mayor
cuando te sucede lo siguiente: tus rodillas se tuercen; no te puedes abrochar
el cinturón; discutes sobre cuál es el mejor adhesivo para la dentadura
postiza; te sientas en una mecedora y no consigues mecerte; cuando apagas la
última vela de tu pastel de cumpleaños y la primera ya se ha extinguido; cuando
no encuentras muy graciosos los chistes de “hacerse viejo”
Envejecer no es
para los débiles, por eso la Biblia nos da ejemplos de lo que la edad mayor
conlleva. Isaac se quedó ciego (Gén.
27:1) Aconteció que
cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a
Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.
David no entraba
en calor (1º R. 1:1-4) 1Cuando el rey David era viejo y avanzado en días,
le cubrían de ropas, pero no se calentaba. 2Le dijeron, por tanto,
sus siervos: Busquen para mi señor el rey una joven virgen, para que esté
delante del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor
el rey. 3Y buscaron una joven hermosa por toda la tierra de Israel,
y hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey. 4Y la joven era
hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la conoció.
Pablo se refiere
a sí mismo como “Pablo, ya anciano” (Filemón
9) más bien te ruego por
amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de
Jesucristo. Y habló de los achaques físicos y emocionales de ser viejo, sentimientos
de abandono y soledad, decepción con algunos de sus colaboradores, despedidas a
amigos a quien tal vez no volvería a ver (2ª Tim. 4:9-21) 9Procura venir pronto a
verme, 10porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha
ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. 11Sólo
Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el
ministerio. 12A Tíquico lo envié a Efeso. 13Trae, cuando
vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente
los pergaminos. 14Alejandro el calderero me ha causado muchos males;
el Señor le pague conforme a sus hechos. 15Guárdate tú también de
él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras. 16En mi
primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no
les sea tomado en cuenta. 17Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio
fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los
gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. 18Y el Señor
me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea
gloria por los siglos de los siglos. Amén. 19Saluda a Prisca y a
Aquila, y a la casa de Onesíforo. 20Erasto se quedó en Corinto, y a
Trófimo dejé en Mileto enfermo. 21Procura venir antes del invierno.
Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos. 22El
Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.
La hermana mayor:
“En el último cumpleaños de su hermano, le envió este mensaje: “Tengo malas
noticias” “Nuestro hombre exterior se va desgastando” Luego
añadió: “Pero también tengo buenas noticias”: “No desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” Si
te crujen los huesos, tienes artritis en las manos, no ves bien, caminas
despacio, eres duro de oído y tu corazón late al ritmo del colesterol,
¡anímate! Dios está preparando una celebración para el día en que llegues al
Cielo, donde nunca envejecerás, porque en ese lugar no existen las edades.”
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