sábado, 17 de marzo de 2012

CAPSULAS BÍBLICAS:


EJERCITE LOS SENTIDOS
 
(Heb. 5:13-14) 13Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Si usted se alimenta de la Palabra de Dios, los deseos del mundo se quedarán atrás. Los vicios, los adulterios, las miradas llenas de lascivia, y tantas cosas que no agraden a Dios ya no le harán daño. Nada más que: para que su espíritu no se muera de hambre, no trate de arreglárselas con un poco de leche espiritual de vez en cuando. Fórmese el hábito de alimentarse con el alimento sólido de la Palabra de Dios todos los días y descubra lo que es la verdadera madurez.

EL MEOLLO DEL ASUNTO
 
(1º S. 16:7) “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” Con frecuencia, le pedimos al Señor que solucione los problemas que hay a nuestro alrededor, cuando en realidad lo que Él quiere es resolver los problemas dentro de nosotros. Un hermano dice: Yo hice eso por años en cuanto a mi peso. Oré y oré a Dios para que me ayudara a adelgazar. Sin embargo, fracasé muchas veces. Perdí, literalmente, centenares de libras, sólo para aumentarlas de nuevo. Al fin un día tome una decisión firme. Le dije: “Señor, no daré un paso más hasta que no averigüe qué hacer al respecto”. Entonces hice ayuno, me aparté de todas las cosas y me propuse estar atento a lo que Dios tuviera que decirme. Durante ese ayuno, el Señor me mostró la verdadera causa de mi problema. Me mostró que yo quería perder peso, pero no quería cambiar mis hábitos alimenticios. Era como el alcohólico que quiere beber constantemente sin ser afectado por el licor. Quería comer nueve veces al día y seguir pesando 75 kilos. Entonces, me di cuenta de que Dios no solo quería librarme de las libras de más que tenía, sino también del pecado de la glotonería en mí. Ahí mismo y en ese instante me arrepentí de ese pecado. Ese día comprendí lo difícil que es para un hombre que debe encarar el hecho de que es alcohólico. Duele admitir tal cosa. Entonces, en lugar de pedirle a Dios que me liberara del problema del peso, le pedí que me libertara de la glotonería. Y, efectivamente, Él lo hizo. Si sus oraciones no parecen estar cambiando los problemas que hay a su alrededor, quizá sea hora de mirar en su vida. Tal vez sea hora de pedirle al Señor que actúe en el meollo del asunto.

SABER VIVIR CON INCERTIDUMBRE.
 
(Jos. 1:9) Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. “el señor, tu dios, estará contigo dondequiera que vayas” Cuando Moisés le pasó el relevo a Josué, habían cambiado muchas cosas. Durante cuarenta años, Josué había aprendido a caminar y sobrevivir en el desierto, pero había llegado la hora de entrar en la Tierra Prometida. Y lo que funcionaba en el desierto tal vez no funcionaría en la Tierra Prometida. Podemos imaginar los pensamientos de Josué: “Sé mucho acerca de deambular por el desierto, pero nada de guerrear” Dios le dijo: “Te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas” (9). ¿Por qué le habría de decir Dios a Josué que se esforzara y fuera valiente? ¡Porque seguro que se sintió atemorizado! Esta nueva situación estaba llena de incertidumbre. La única certeza que tenía Josué era que Dios le había dicho: Id”. Basado en eso, Josué dio esta orden a los oficiales del pueblo: “Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra” (Jos. 1:10-11) 10Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: 11Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión. ¿Puedes imaginar lo que pensó el pueblo? Pregunta: “Pero Josué, ¿cómo vamos a cruzar el río?” Respuesta: “No estoy seguro, pero estad listos para salir dentro de tres días” Pregunta: “¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos al otro lado?” Respuesta: “Os lo diré cuando lleguemos. Simplemente estad listos para partir” ¿Te das cuenta? Como líder siempre habrá un grado de incertidumbre, sobre todo cuando te vas a adentrar en un territorio nuevo. Pero no te puedes permitir dudar de tu llamado, de tu visión o de tu victoria definitiva. ¿De dónde proviene esa seguridad? De la promesa de Dios: “Yo estoy contigo”

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