EJERCITE LOS
SENTIDOS
(Heb. 5:13-14) 13Y todo aquel que participa de la leche
es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14pero
el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el
uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Si
usted se alimenta de la Palabra de Dios, los deseos del mundo se quedarán
atrás. Los vicios, los adulterios, las miradas llenas de lascivia, y tantas
cosas que no agraden a Dios ya no le harán daño. Nada más que: para que su
espíritu no se muera de hambre, no trate de arreglárselas con un poco de leche
espiritual de vez en cuando. Fórmese el hábito de alimentarse con el alimento
sólido de la Palabra de Dios todos los días y descubra lo que es la verdadera
madurez.
EL MEOLLO DEL
ASUNTO
(1º S.
16:7) “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de
su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre;
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón” Con frecuencia, le pedimos al Señor que solucione los problemas
que hay a nuestro alrededor, cuando en realidad lo que Él quiere es resolver
los problemas dentro de nosotros. Un hermano dice: Yo hice eso por años en
cuanto a mi peso. Oré y oré a Dios para que me ayudara a adelgazar. Sin
embargo, fracasé muchas veces. Perdí, literalmente, centenares de libras, sólo
para aumentarlas de nuevo. Al fin un día tome una decisión firme. Le dije:
“Señor, no daré un paso más hasta que no averigüe qué hacer al respecto”.
Entonces hice ayuno, me aparté de todas las cosas y me propuse estar atento a
lo que Dios tuviera que decirme. Durante ese ayuno, el Señor me mostró la
verdadera causa de mi problema. Me mostró que yo quería perder peso, pero no
quería cambiar mis hábitos alimenticios. Era como el alcohólico que quiere
beber constantemente sin ser afectado por el licor. Quería comer nueve veces al
día y seguir pesando 75 kilos. Entonces, me di cuenta de que Dios no solo
quería librarme de las libras de más que tenía, sino también del pecado de la
glotonería en mí. Ahí mismo y en ese instante me arrepentí de ese pecado. Ese
día comprendí lo difícil que es para un hombre que debe encarar el hecho de que
es alcohólico. Duele admitir tal cosa. Entonces, en lugar de pedirle a Dios que
me liberara del problema del peso, le pedí que me libertara de la glotonería.
Y, efectivamente, Él lo hizo. Si sus oraciones no parecen estar cambiando los
problemas que hay a su alrededor, quizá sea hora de mirar en su vida. Tal vez
sea hora de pedirle al Señor que actúe en el meollo del asunto.
SABER VIVIR CON
INCERTIDUMBRE.
(Jos. 1:9) Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas. “el señor, tu dios, estará contigo dondequiera que vayas” Cuando
Moisés le pasó el relevo a Josué, habían cambiado muchas cosas. Durante
cuarenta años, Josué había aprendido a caminar y sobrevivir en el desierto,
pero había llegado la hora de entrar en la Tierra Prometida. Y lo que
funcionaba en el desierto tal vez no funcionaría en la Tierra Prometida.
Podemos imaginar los pensamientos de Josué: “Sé mucho acerca de
deambular por el desierto, pero nada de guerrear” Dios le dijo: “Te mando que
te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios,
estará contigo dondequiera que vayas” (9). ¿Por qué le habría de decir Dios a
Josué que se esforzara y fuera valiente? ¡Porque seguro que se sintió
atemorizado! Esta nueva situación estaba llena de incertidumbre. La única
certeza que tenía Josué era que Dios le había dicho: “Id”. Basado en eso, Josué dio esta orden a los oficiales del pueblo:
“Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a
poseer la tierra” (Jos. 1:10-11) 10Y Josué
mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: 11Pasad por en
medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque
dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que
Jehová vuestro Dios os da en posesión. ¿Puedes imaginar lo que pensó el
pueblo? Pregunta: “Pero Josué, ¿cómo vamos a
cruzar el río?” Respuesta: “No estoy seguro, pero estad listos para salir
dentro de tres días” Pregunta: “¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos al
otro lado?” Respuesta: “Os lo diré cuando lleguemos. Simplemente estad listos
para partir” ¿Te das cuenta? Como líder siempre habrá un grado
de incertidumbre, sobre todo cuando te vas a adentrar en un territorio nuevo.
Pero no te puedes permitir dudar de tu llamado, de tu visión o de tu victoria
definitiva. ¿De dónde proviene esa seguridad? De la promesa de Dios: “Yo estoy contigo”
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