CUIDADO CON LAS
PALABRAS
(Prov.
10:19) “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es
prudente” Nosotros los creyentes debemos guardar nuestras palabras. Debemos
dejar de hablar como si nuestras palabras no fueran importantes y empezar a
hablar como si nuestra vida dependiera de ellas, porque, de acuerdo a la
Palabra de Dios, nuestra vida sí depende de ellas (Prov. 18:21) La muerte y
la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos. Muchos tenemos lo que (Prov. 19:1) “llama labios perversos” Mejor es el pobre que
camina en integridad, Que
el de perversos labios y fatuo. Tener labios perversos no es solo
mentir y maldecir, sino también tener una boca desobediente y decir cosas que
no están de acuerdo con la Palabra de Dios. Todos lo hemos hecho alguna vez.
Por ejemplo, decimos que estamos confiando en Dios para que nos sane, pero
luego decimos a alguien: “Este dolor me está matando”. Eso es tener labios
perversos porque es contrario a lo que dice la Palabra de Dios.
“Por favor, yo sé que dije eso, pero eso no fue lo que realmente quise decir” Mire,
el mundo espiritual no opera de acuerdo a lo que usted quiso decir, sino de
acuerdo a lo que dice (Mar. 11:23) dice:
“Porque de cierto os digo
que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho”. Este versículo no dice que será hecho lo que usted
quiso decir, sino lo que usted diga. Lo que usted diga es lo que cuenta. No
estoy sugiriendo que se haga todo un lío y se ponga a pensar profundamente en
lo que va a decir. Haga uso de la sabiduría que Dios le ha dado. Enseñe a su
boca a ser obediente a la Palabra de Dios, así cuando más la necesite,
encontrará esa Palabra morando ricamente en usted.
MIEDO A LA
SOLEDAD
(Deut. 31:6) Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis
miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te
desamparará. “el Señor… no te
dejará, ni te desamparará” Para
superar el miedo a la soledad, debes: 1º.-
Entender quién eres: Deja que los científicos se debatan
sobre si hubo o no el “Big Bang”.
¡Si lo hubo, tú no eres resultado del mismo! Ni tampoco desciendes de una ameba
de un estanque. Tú fuiste hecho “asombrosa y maravillosamente”
Por
eso el salmista prorrumpe: (Sal. 139:14) Te alabaré; porque
formidables, maravillosas son tus obras; Estoy
maravillado, Y mi alma lo sabe
muy bien. “Creado a su imagen y
semejanza” (Gén. 1:27) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios no les
encomendó tu creación a los ángeles de más alto rango, sino que te hizo Él
mismo con sus manos, a la medida, modelo único. Como hijo redimido de Dios,
eres “hechura suya, creado en
Cristo Jesús para buenas obras” Ef. 2:10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas. Créelo
y aférrate a eso, sin tener en cuenta tus sentimientos o tu posición social. 2º.- Debes entender quién es Dios:
Él se llama a sí mismo “el Padre que está en los
Cielos”, no sólo nuestro creador y artífice. Los términos “creador” y “artífice” tienen
que ver con lo que Él hace, pero “Padre” se refiere a lo que es. “Se llamará su nombre “Admirable Consejero”, “Dios
Fuerte”, “Padre Eterno”, “Príncipe de Paz” (Is. 9:6) Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Ésos son sus nombres propios, no sus
funciones. En la Biblia están en mayúsculas porque con esos nombres le debes
llamar. Cuando Jesús nos enseñó a orar, no comenzó con “Oh, Omnipotente, Omnipresente, Omnisciente Dios.”
Claro que Dios es todas esas cosas, pero cuando se trata de nosotros, quiere
que le reconozcamos y le llamemos “Padre” (Mat. 6:9 Vosotros,
pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre. Así es como Él
nos ve y así es como quiere que nosotros le veamos a Él. El concepto de “Padre” debe infundirnos seguridad,
aceptación, cariño, preocupación por nosotros, compasión, protección,
provisión, etc. Él es tu Padre. Cuando captes esa verdad, empezarás a superar
el miedo a la soledad.
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