APRENDER A VIVIR
(Sal. 90:12) “Enséñanos de tal modo a contar nuestros
días, que traigamos al corazón sabiduría” Con
el paso del tiempo todas las personas envejecen, pero muy pocas maduran. Hay
dos formas de vivir: sabiamente o neciamente, no hay término medio. Para que
Dios pueda enseñarnos a vivir, tenemos que estar dispuestos a aprender. ¿Cómo
llevar sabiduría a nuestra vida? Reconociendo
la soberanía de Dios y buscando su dirección antes de actuar. Aplicando los
principios de su Palabra en cada área de nuestra vida. Aprendiendo de los
aciertos y de los errores. Rodeándonos de gente sabia. Este es el gran desafío
en la vida, desarrollar sabiduría en nuestra forma de vivir, para ser
bendecidos nosotros, para que sean bendecidos aquellos que nos rodean y para
poder ser de testimonio a los que Dios ponga en nuestro camino. Busca sabiduría
de Dios antes de actuar y pon en práctica los principios de su Palabra más allá
de tu parecer y tu propia opinión. Desarrolla humildad en tu vida para
convertirte en un alumno permanente, sabiendo que cuando uno deja de aprender
también deja de crecer. ¡Bendigo tu vida con sabiduría de parte de Dios,
recordándote que si se la pides, Él te la dará abundantemente y sin reproche!
(Stgo. 1:5) Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será
dada.
¡NO HAY NADIE
COMO ÉL!
(Mat.
28:18) Y
Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en
la tierra. El gran predicador, Billy
Graham expresó lo siguiente: “La
Biblia trata sólo superficialmente la historia de Israel o de un sistema ético.
Su enfoque primordial es la historia de la redención en Jesucristo. Si lees las
Escrituras y no entiendes la historia de la salvación, te has perdido todo su
mensaje y su verdadero significado. Algunos estudiosos han buscado la historia
de Jesús a través de toda la Biblia. En Génesis: Él es la Semilla de la mujer. En
Éxodo: es el Cordero Pascual. En Levítico: es el Sacrificio Expiatorio. En
Números: Él es la Roca golpeada. En Deuteronomio: Él es el Gran Profeta. En
Josué: es el Capitán de los Ejércitos del Señor. En Jueces: es el Libertador.
En Reyes, es el Rey Prometido. En Nehemías: es el Restaurador de la Nación. En
Ester: es el Abogado. En Job: Él es mi Redentor. En Salmos: Él es mi Pastor. En
Proverbios: es mi Modelo. En Eclesiastés: Él es mi Meta. En el Cantar de los
Cantares: es el que me Satisface. En los libros de los Profetas: es el Futuro
Príncipe de Paz. En los Evangelios: es Aquél que vino a buscarnos y a
salvarnos. En Hechos: es nuestro Señor Resucitado. En las Epístolas: es nuestro
Representante a la mano derecha del Padre. En Apocalipsis: es el Señor que
vuelve” En este mundo de psicología barata y teología flexible, la
roca de nuestra fe sigue siendo el nacimiento virginal de Cristo, su vida
intachable, su muerte expiatoria, su resurrección victoriosa, su obra redentora
y su regreso como Rey de reyes, donde todos lo verán. Jesucristo ¡No hay nadie domo
Él!
¡QUÉ CONFUSIÓN!
En
la cosecha de café se pueden ver a las personas con sus cargas a la espalda y
lo más probable es que lleven café. Podemos sorprendernos al abrir sus cargas
si llevan otras clases de frutas y no sólo café. Nos podemos acercar a él, e
irónicamente preguntarle: ¿No se ha decidido a tomar la cosecha correcta? Y él
puede responderle: es que me gusta todo. Desde el Jardín del Edén, Satanás ha
sido sumamente astuto en crear confusión dentro de la humanidad, tratando
de convencer al mundo de que “todas las religiones llevan a una persona al
cielo”; pero así como en el mundo del café no todos los costales llevan café,
tampoco fueron destinados para un mismo vaso, canasto o pulpero (donde se
despulpa el café). Así que si hay algún lector que cree que “todas las religiones van para el
mismo edificio”; es mí deber exhortarlo a abrir una Biblia y
en ella buscar (Jn. 14:6) Jesús le dijo: Yo soy
el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Y si no le alcanzare
lea: (Hech. 4:12) Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Asimismo,
la respuesta de todo me gusta, trajo a mi mente la imagen de miles de
profesos creyentes en Dios a quienes les gusta recibir las bendiciones de
pertenecer a una iglesia; pero al mismo tiempo les atrae también la vida
mundanal; tal como dicen algunos predicadores: “tienen un pie en la
iglesia y otro en el mundo” o “tienen una mano en la biblia y otra en una
botella de bebida alcohólica o de algo más”. La frase de apoyo de millones
de personas, y aún dentro de las iglesias; posiblemente es la misma que en
varias oportunidades escuché salir de los labios de un amigo: “ya
que estamos en el baile, bailemos”. Por lo tanto, estos
individuos unos días bailan al compás de Dios y otros al compás del
Diablo; pero es menester aclarar que aunque los nombres de ambos comienzan
con la letra “D”, el café del primero termina en el cielo y la del segundo en
el infierno.
SABER VIVIR CON INCERTIDUMBRE.
(2º Crón. 20:12) !Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en
nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no
sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. En otra versión lo subrayado dice: “no
sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda” En tu calidad de líder, tendrás que tomar
decisiones en aspectos relacionados con el dinero, el tiempo, la moralidad, las
relaciones, las oportunidades y las disputas. Y tus decisiones se harán
evidentes en los resultados. Es ahí, a la luz del día, donde tu liderazgo será probado.
Además, no se sabrá si eres un líder
magnífico o nefasto hasta
que haya pasado cierto tiempo, porque tendrás que liderar durante un buen
periodo antes de saber
si tomaste o no las decisiones acertadas. No podrás esperar a cambiar el
procedimiento que has seguido cuando veas brotar lo que has plantado, pues
entonces será demasiado tarde, y habrá que esperar hasta la próxima estación de
siembra. En el liderazgo, la
incertidumbre es
algo inherente de todo progreso, ¡nunca la eliminarás! Asimismo, la incertidumbre no es un indicio de mal liderazgo, sino más bien confirma la necesidad de
buenos líderes. Es precisamente en esa coyuntura donde se descubre y se prueba el buen liderazgo.
Tal
vez pienses que como líder
tienes que saber siempre
qué hacer, pero en realidad habrá muy pocas ocasiones en que tengas la certeza
absoluta. Por eso hizo esta oración el rey Josafat: “No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda” Dado que vas a tener que tomar
decisiones con información limitada, tu objetivo no debería ser eliminar la
incertidumbre, sino potenciar tu capacidad de confiar en Dios y de ser
valiente y firme, a pesar de no tener todas las respuestas. No te corresponde a ti
eliminar la incertidumbre; tu tarea consiste en inspirar claridad, fe
y progreso en medio de ella. Cuando lo hagas, habrás
aprendido a ser un buen líder.
LOS CHISMES Y LA
OFENSA
(Lev. 19:16) “No andarás chismeando entre tu pueblo. No
atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová” En algunos medios de comunicación, los
chismes está a la luz del día, no edifican, pero entretienen. Aunque
viéndolo objetivamente, alguien maduro jamás escucharía ese tipo de
comentarios. El grupo religioso más ortodoxo de Israel cuestionó a Jesucristo porque sus discípulos rompían el rito
de lavarse las manos antes de comer. Entre los principios que Dios le mandó a
Moisés figuraba este. Y los fariseos se habían dedicado a detallar cuando y de qué
manera había que lavarse las manos. Y como siempre pasa en las personas, con el
paso del tiempo, el cumplimiento de la norma se convirtió en algo más
importante que la razón por la cual fue creada. Frente a esta acusación,
Jesucristo puso las cosas en
blanco y negro. Aceptó que sus discípulos no se lavaban las manos según los
ritos, pero argumentó que los mismos fariseos que cumplían a rajatabla las
reglas y ceremoniales, tenían el desatino de no honrar a Dios. Y como dijera
Isaías, les recuerda que ellos lo honraban con sus labios y su cumplimiento de
normas, pero su corazón estaba lejos de Dios. (Is. 29:13) Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con
su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un
mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; Una verdad irrefutable. Es notable ver la consecuencia de estos
dichos. Cuando los fariseos oyeron esto ¡se ofendieron con el Señor Jesús!
Cristo fue duro en su juicio y con sus palabras. Y estos hombres se ofendieron.
Tal vez se fueron comentando por lo bajo lo desubicado que había estado el
Maestro. Y habrán usado muchas tardes para seguir comentando lo mal que había
estado. ¡Nunca se les ocurrió analizar el comentario y ver si no tenía algo de
real! Mucho menos, tuvieron la intención de modificar su conducta para mejorar
lo que estaban haciendo. Simplemente se ofendieron por lo que Dios les había
dicho. Esto es lo que hace una persona inmadura. Y es algo bastante habitual en
nuestros días. No mires para los costados, la pregunta es para ti. ¿Cómo
reaccionas frente a un comentario sobre un defecto tuyo? No seas como los
fariseos que se ofenden y no quieren cambiar. Dios espera que mejores cada día.
Recuerda: La ofensa es un escudo
para no mejorar.
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